lunes, 11 de enero de 2010

Yo no aplaudo el antimadridismo

El pasado 27 de diciembre, domingo, me acerqué al Palacio de Vistalegre a disfrutar del clásico del baloncesto español, Madrid-Barsa, con la esperanza de ver una victoria épica de mi equipo debido a que en las 48 horas anteriores se produjeron una serie de bajas que, sumadas a las que ya había, dejaban al plantel muy débil frente a un Barsa que todo el mundo da como aspirante a todo por la gran plantilla que tiene. Frente a estas circunstancias Ettore Messina tuvo que tirar de cantera, de la que no se puede esperar mucho a día de hoy, para completar la convocatoria. Jugadores del primer equipo que no están gozando de minutos actualmente, véase Dasic, tenían que tomar el papel de protagonistas. Con estas premisas no quedaba otra que la heróica, la cual no llego a cambio de que se cumpliesen los peores pronósticos. El Barsa ganó de más de 20 puntos. Derrota dolorosa pero no real. En el mes de octubre, también en inferioridad de condiciones, nos ganaron por un detalle final desafortunado cuando el partido lo teníamos ganado. Veremos cuando juguemos de tu a tu.

Pero mi intención no es hacer un resumen deportivo en esta ocasión. Lo que quería comentar es un hecho lamentable que por desgracia viene sucediéndose en los diferentes feudos madridistas. Opinaba que el público de Vistalegre era mucho más caliente que el del Bernabéu. Que en Chamartín, quitando en el Fondo Sur, nadie levanta una voz más alta que otra a no ser que sea para criticar a nuestros propios jugadores o para aplaudir a los culés cada vez que nos ganan. No quiero decir que Carabanchel sea la bombonera y que el Pabellón se venga abajo domingo tras domingo, pero sí, al menos, que el público estaba más entonado a la hora de disfrutar el partido y que siguen los cánticos del Fondo Norte aunque sean con palmas, lo que da algo más de calor. Digamos que me parecía más respetable el público general del pabellón que el del Estadio.

Pero llega uno de los días importantes del calendario baloncestístico y todo ese respeto se viene abajo, ganado a pulso por ellos mismos. Parece ser que la ponzoña del Colisevm madridista se ha desplazado a la zona sudoeste de Madrid o que éstos han cogido los malos hábitos. Y es que, aunque lo viva una y mil veces, nunca me dejará de sorprender (y de poner de muy mala hostia) que en mi propia casa se aplauda a los culés. Todavía estoy esperando que nos aplaudan allí. Evidentemente es algo que nunca pasará, ni quiero que pase. No necesitamos ni queremos su aplauso. Pero me parece intolerable y nunca respetaré que se ovacione a tal engendro de club. Por eso, últimamente, Vistalegre se ha ganado mi desprecio y bastante tiempo tendrá que pasar y grandes ambientes tendré que vivir para cambiar de opinión. Lo cual deseo. Ahora, al igual que en el Santiago Bernabéu, ya sólo un reducido núcleo de Madridistas merece mi respeto. Son aquellos que evitan que la Castellana y General Ricardos se conviertan en un teatro. Esos que viajan para defender los colores y el Honor de nuestra institución. Los que no se venden al mejor postor.

¡HAY QUE SER HIJO DE PUTA PARA APLAUDIR A LOS CULÉS!

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