jueves, 29 de marzo de 2012

Juan, el cabezón

Largo y tendido se ha escrito sobre el 7 por excelencia. Libros, artículos, reportajes. Seguir leyendo o escribiendo sobre él es repetirse sobre lo que ya se ha dicho. Pero es imposible no hacerlo para quienes aman al Real Madrid, para los que le vieron jugar o para los que no lo hicieron pero un día, por casualidad o no, oyeron hablar de él, visionaron sus jugadas y goles, leyeron algo sobre su figura y se dieron cuenta de que querían saber más. Al leer el artículo que os reproduzco, escrito por Rubén Uría para www.jotdown.es me planteé "¿lo copio para el blog? ¿Otra vez sobre Juanito?". Sí. Otra vez y seguro que no será la última. Porque Juan Gómez se lo merece. Por su madridismo. Por su pasión. Por su nobleza. Porque hay que difundir lo que el de Fuengirola representó para el mundo del fútbol en general y el RMCF en particular. Por eso, una vez más y las que hagan falta, os adjunto el artículo sobre el 7 eterno. Gracias a los de detrás de la portería, que tienen nombre, Ultras Sur, por recordarle cada minuto 7. Ya que por desgracia, exceptuando las grandes ocasiones, no es el Bernabéu el que se acuerda de Juan. Son ellos y algunos "despistados" situados en otras zonas del Estadio los que recordamos al Mito partido tras partido.


Jueves, 2 de abril de 1992, dos de la madrugada. Tras haber acudido al Bernabéu para presenciar el Real Madrid-Torino de Copa de la UEFA, regresa a Mérida por la carretera de Extremadura en un Peugeot 405 propiedad del presidente de su club, José Fouto. El vehículo lo conduce el preparador físico del Mérida, mientras él trata de dar una cabezada tras repasar las notas que ha tomado del partido. Sueña con ser un gran entrenador y ganar la Copa de Europa que no ha podido conquistar como extremo. Delante circula el coche donde viajan tres de sus jugadores, Pla, Ricardo y Echevarría. A la altura del kilómetro 161.600, todavía en la provincia de Toledo, a tres kilómetros de Cáceres, un camión de alto tonelaje cargado de troncos de madera pierde su carga, esparciéndola por la vía en sentido contrario. El conductor de un camión matrícula de Portugal se percata del accidente de su colega y acude en su socorro, estacionando en el arcén. Minutos después, el coche que transporta a los futbolistas del Mérida logra sortear los troncos, pero no así el segundo coche. El preparador físico del Mérida no puede evitar la colisión y el vehículo se empotra, de lleno, contra la parte trasera izquierda del camión estacionado en el arcén tras haber salvado el obstáculo de los troncos. El coche queda destrozado. El conductor es ingresado en un hospital de Nalvalmoral de la Mata, con pronóstico leve. El copiloto muere en el acto. Sus restos mortales son trasladados al depósito del cementerio de Talavera de la Reina, por la tarde a Mérida y por la noche a Fuengirola.

La noticia corre como un reguero de pólvora y llega hasta las redacciones deportivas. Juan Gómez ‘Juanito’, mito del Real Madrid y de la selección española, acaba de morir en accidente de coche. Lluís Canut, el último periodista que le había entrevistado para televisión, entra en estado de parálisis. Estupefacto, trata de recordar el testimonio del entrenador del Mérida, que le había confesado que estaba enamorado del fútbol del Barça de Cruyff. Una frase recorre la cabeza de Canut en esa entrevista donde, horas antes de sufrir el accidente, Juan le había confesado en Canal 33 el daño que su maldito carácter le había acarreado a lo largo de su vida. ‘Por culpa de mi carácter he tenido muchos problemas. He perdido muchas cosas en mi vida en menos de treinta segundos’. Esa noche, a los 37 años, Juanito perdía la vida en la carretera. En menos de treinta segundos.

Al conocer la noticia, el vestuario del Real Madrid es un funeral. Su mejor amigo, Rafael Gordillo, que apodaba a Juan ‘El Cabezón’, es la imagen de la impotencia. Algo de él se ha muerto con el adiós de Juan. Varios periodistas preguntan por el crack de las medias por los tobillos, pero el delegado del Real Madrid les insta a respetar su dolor: ‘Dejad al ‘Gordo’ en paz, está muerto, no acaba de creerse lo que le ha pasado a Juan’. En estado de ‘shock’, Gordillo se refugia en su intenso dolor. Es un mazazo. Jorge Valdano, testigo de aquellas noches mágicas del ‘miedo escénico’ al que tanto contribuyó Juanito, está bloqueado. Jorge, con voz entrecortada, explica que Juanito era ‘un hombre con un problema para poner de acuerdo a su corazón y a su cerebro, en la batalla de la vida diaria. Al final, con Juan, siempre sabías que acababa ganando su corazón’. Míchel y Butragueño, desolados, se resisten a creer que la muerte de ‘El Cabezón’ sea real, que forma parte de un mal sueño. Chendo está desencajado. ‘Ha sido una mala jugada del destino. Un hombre como Juan, tan grande, no merecía marcharse de esa forma’. El gran rival, el Barça, también trata de reaccionar a la muerte del mito merengue. Johan Cruyff se une al dolor del fútbol. ‘Tenía todo lo que debe tener un buen futbolista, calidad y genio. Marcó una época en el Madrid’. Carles Rexach, santo y seña culé, compañero de Juanito en la selección, se derrumba y balbucea entre lágrimas: ‘Con él se va uno de los últimos grandes del fútbol español’. Su presidente, Josep Lluís Núñez, que mantuvo una agria relación con el difunto, se queda de piedra al conocer la noticia. ‘Lo vi por televisión hace unas horas, esto es un verdadero golpe, una desgracia’. A miles de kilómetros de distancia, en Turín, Rafa Martín Vázquez no encuentra consuelo. Ha vuelto a Italia con su equipo, el Torino, y nada más aterrizar ha conocido la noticia del deceso de Juan. Aturdido por la magnitud de la pérdida, Rafa no concilia el sueño durante toda la noche. Su madre relata el dolor de su hijo: ‘No ha pegado ojo, se ha pasado la noche encerrado en su habitación, llorando por la muerte de Juanito’. Al día siguiente, Rafa, la seda del Madrid de La Quinta del Buitre, comparece ante la prensa para hablar de la grandeza de su amigo. ‘Para aquellos que jamás hayan conocido a Juanito, sólo puedo decirles que tenía uno de los corazones más grandes que he conocido en toda mi vida’.

Fuengirola, un mar de lágrimas, se dispone a dar el último adiós a su hijo predilecto. La ciudad malacitana se convierte en una impresionante manifestación de consternación. Casi sesenta mil personas —tres cuartos largos de entrada de la capacidad del estadio Santiago Bernabéu— acuden a dar el pésame a la familia del ‘siete’ y despedir a uno de los extremos más grandes de la historia. Fuengirola, ciudad natal del desaparecido, es el centro neurálgico de autoridades políticas, del mundo del espectáculo y del mundo del deporte. Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid, Antonio Martínez Laredo, del Burgos, Pepe Fouto, del Mérida, junto al seleccionador Kubala y toda la plantilla del Real Madrid encabezan la masiva expedición que escenifica la emotiva despedida a Juanito. Miles de personas desfilan delante del féretro de Juan Gómez para estrechar la mano de su padre y sus hermanos, compungidos por su irreparable pérdida. El ataúd está cubierto por las banderas de Real Madrid, Burgos, Atlético, Málaga, Mérida y Los Boliches, además de un capote de seda, verde y oro de su amigo Antonio José Galán, bordado con la imagen del Cristo de los Milagros. ‘A Juan le habría gustado tener este capote ahí arriba, en la plaza del cielo’. Su viuda, Fernanda, fue de las primeras personas en llegar al velatorio, pero no pudo contener su dolor. Destrozada, abandonó la sala visiblemente afectada. Horas más tarde, junto a su suegra y con una entereza a prueba de bombas, volvería para acompañar a Juan en su viaje final. Sus hijos, que se habían enterado por la televisión del fallecimiento repentino de su padre, rompen a llorar. No son los únicos. Rafael Gordillo está hundido. Míchel tiene los ojos resecos y su corazón, como el del madridismo, se rompe. Radomir Antic, mánager general, y Leo Beenhacker, entrenador blanco, no encuentran palabras para expresar su dolor. El presidente Mendoza hace de tripas corazón y se muestra entero ante los periodistas: ‘Se va un artista, un genio. Un ser humano muy peculiar, un ser humano que, en ocasiones, se perjudicó a sí mismo. Descansa en paz, Juan’. Ya entrada la tarde, los restos de Juanito recibían sepultura en el cementerio de Fuengirola después de que el féretro fuera trasladado, a hombros, por José Antonio Camacho, Rafa Gordillo, Pedro Luis Jaro, Goyo Benito, Isidoro San José y varios miembros de la familia Gómez. Trescientas coronas de flores se amontonaron en el pabellón de Fuengirola, remitidas desde todos los puntos de España. El padre de Juanito, roto por el dolor, explotaba la amargura que llevaba dentro y el dolor de un padre al enterrar a su hijo. ‘Juan ya está en el cielo, que Dios sepa que tiene un corazón noble’.

De carácter peculiar y corazón noble, Juan Gómez nació el 10 de noviembre de 1954 en Fuengirola. Tras vestir las zamarras de Atlético, Burgos y Málaga, Juan descubrió, mucho antes de que Florentino Pérez apareciese en la presidencia del club, que ‘había nacido para jugar en el Real Madrid’. Con apenas quince años, el Atlético lo fichó del Fuengirola. Los dirigentes colchoneros le alojaron en una pensión de la calle de la Ballesta, en un tercer piso, justo debajo de un local de prostitución muy conocido. Fue una mala idea. Cuando parecía destinado a triunfar de rojiblanco, le sobrevino una maldita fractura de tibia y peroné que, con el paso del tiempo, acabaría precipitando su adiós del Vicente Calderón. Al quite acudió el Burgos, donde el presidente Martínez Laredo accedió a pagar un buen dinero por recuperar a un chaval llamado a jugar, algún día, en la selección. Allí cuajó una gran temporada, a pesar de escaparse del cuartel donde cumplía el servicio militar para poder jugar en el estadio de El Plantío, lo que le supuso medio mes de calabozo y una buena reprimenda del ejército. Nunca le importó demasiado. Tenía fuego en el cuerpo y combatía sus demonios con la pelota. ‘Si por jugar a fútbol me mandan al calabozo, pues pido perdón y voy al calabozo’. Era todo temperamento. Esa rebeldía, ese carácter indómito y ese regate endiablado le catapultaron al Madrid.

Quería vestir de blanco —desechando una suculenta oferta del Barcelona— y acabó cumpliendo su sueño, aterrizando en el Bernabéu para comenzar una historia de amor, fidelidad y comunión con la grada de Chamartín. En el coliseo blanco, genio y figura, fue capaz de enardecer al madridismo hasta hacerlo suyo, protagonizando noches de remontadas heroicas, en noches locas de transistores, donde Juan y sus compañeros convertían el Bernabéu en un terremoto gigante de emociones que desintegraban la lógica del fútbol. Hacía crujir las cinturas de alemanes a su paso, mientras él apretaba los puños, todo coraje, para dejar un reguero de gigantes teutones a su paso. Titán de partidos calientes, orgullo de la grada en los derbis, enemigo público número uno del barcelonismo y estandarte del madridismo, ‘El Cabezón’ fue la bandera del Madrid.

Autodefinido como ‘un torero frustrado’, fue bocado sabroso de las revistas del corazón y la chispa incendiaria de cualquier Barça-Madrid. Amado y odiado, incapaz de dejar indiferente a nadie, Juan Gómez era un portento de raza y furia, trufado con unas gotas de fuera de serie, y solo afeado por aquellos cruces de cables que tanto daño le hicieron a su reputación. Su corazón, de talla XXL, y su cerebro, del tamaño de un guisante, siempre entraban en conflicto. En el verde era capaz de hacer la fácil, la difícil y la imposible pegado a la línea de cal, pero era incapaz de sujetar su endemoniado carácter cuando perdía la cabeza. Fijo en la selección española, donde dejó sobradas muestras de su clase y su carácter indomable, Juan significó la bisutería de Concha Espina, manteniendo viva la llama de un fuego de cariño abrasador, y un currículum adornado por cuatro títulos de Liga, dos Copas de la UEFA y dos Copas del Rey con el Madrid, amén de 34 presencias en la selección, como ‘siete’ intocable para Kubala y Santamaría. Incomprendido, como todos los genios, optimista incurable incapaz de templar sus nervios, forjó la leyenda de un pura sangre capaz de la mayor virguería y del peor de los comportamientos. Ángel y demonio, Juan alternó actuaciones estelares con incidentes vergonzosos.

Cuando ganó la Liga en 1979, tras haber sido acusado por el presidente del Barça de ‘ir por ahí dejando embarazadas por las esquinas’, Juan corrió a un micrófono para dirigirse a Nuñez. ‘Esta liga se la dedico a él, que me quiere tanto’. Después, cuando le ganó el juicio a Núñez por aquel tema de las embarazadas y las esquinas, donó el dinero a obras de caridad. ‘Es lo mejor que puedo hacer’. Pero su relación con el Barça siempre fue difícil. Al técnico culé Helenio Herrera, ya en avanzado estado de edad, también le dedicó ‘cariñitos’ tras anotar un gol en el Camp Nou, cuando corrió hacia el banquillo barcelonista y gritó: ‘Este para ti, ahora vete al asilo’. Nada más salir de la ducha, avergonzado por su comportamiento, pidió disculpas por aquellas palabras. Nunca fue capaz de medir las consecuencias de sus palabras. Como cuando, en vísperas de un choque ante el Anderlecht belga, dejó en evidencia a su propio técnico, Amancio Amaro, aludiendo a la convocatoria de Juan Lozano, recién llegado al equipo. ‘Se lo lleva porque necesita un intérprete’. En aquella ocasión, por supuesto, le cayó un buen paquete. ‘Lo tenía merecido, no pienso lo que digo’, explicó Juan. No fue la primera. Su pasión por el toro también le trajo disgustos. En cierta ocasión, a pesar de que el club le había prohibido torear por miedo a una posible lesión, aceptó presentarse en una capea improvisada en Colmenar, en la misma plaza donde encontraría la muerte un matador mítico, El Yiyo. Nadie se enteró de que Juan había asistido a la capea cuando, días más tarde, el Madrid viajaba en autobús para jugar un partido decisivo y uno de los jugadores pidió un vídeo para amenizar al trayecto por carretera. Juan, todo ímpetu, gritó: ‘Pones este vídeo que traigo yo, os va a gustar’. La cinta contenía todos los detalles de la capea, incluida su faena a un toro, lo que supuso la indignación del Real Madrid, que decidió multarle con trescientas mil pesetas por saltarse, a la torera y nunca mejor dicho, las normas del club. ‘Es superior a mis fuerzas, veo un toro y quiero arrimarme’. Así era Juan, incorregible.

Su peor momento llegó en las semifinales de la Copa de Europa, en 1987, frente al Bayern de Münich, cuando pisó la cabeza del alemán Lottar Matthaus, cuando éste estaba tumbado en el suelo tras una entrada de Chendo. Furioso, Juan clavó los tacos en la cara de Matthaus y la salvajada recorrió las televisiones de medio planeta. Había perdido la cabeza. La UEFA le sancionó, de manera ejemplar. Pero antes de que se hiciera público su castigo, Juanito, a pie de campo y una vez finiquitado el partido en Baviera, pidió un sentido e inolvidable perdón. ‘Tengo dos yo y hoy ha podido el yo malo, el yo irracional, he cometido una torpeza tremenda. Lo siento. Lo siento. He metido la pata. Aquí el único perjudicado soy yo, lo único que puedo decir es que me maldigo. Maldigo mi carácter. Lo había tratado de domar, pero hoy ha salido otra vez. No sé dónde meterme’. Días después, Matthaus recibía un capote y un estoque, como regalo de Juanito, que obtenía el perdón de aquel fantástico centrocampista alemán. También se reconcilió con su ex compañero Uli Stielike, con el que la emprendió a salivazos durante un Real Madrid-Neuchatel, en el que ambos se sacudieron tarascadas e intercambiaron insultos durante los noventa minutos. Antes, el 30 de noviembre de 1977, Juan había protagonizado una de las escenas más famosas del concierto europeo. Yugoslavia y España se jugaban en Belgrado su presencia en el Mundial de Argentina. Rubén Cano marcó de volea con la espinilla y daba el pasaporte mundialista a los españoles, cuando Kubala decidió cambiar a Juanito para perder tiempo. Camino de los vestuarios, Juan le bajó el pulgar –no hablaba idiomas pero manejaba gestos universales– al público del Pequeño Maracaná mientras trataba de alcanzar el túnel de vestuarios. Una botella de vidrio, llovida del cielo, impactó contra su cabeza en presencia del periodista José María García. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, la cabeza de Juanito resistió la salvajada y García, después de aquel encuentro, pasó a ser conocido con el apodo de ‘Butanito’, por su peculiar abrigo de color naranja chillón, que embutía su perfil macizo y su figura de miniatura.

Víctima de sí mismo y de sus acalorados excesos, la Casa Blanca se vio forzada a hacerle reflexionar. Juan, que siempre se arrepentía de sus meteduras de pata pero que no parecía poder enmendarse de manera definitiva, optó por abandonar su casa. Maldecía su ‘yo irracional’, pero era la única decisión que debía tomar su ‘yo racional’. Fiel a su madridismo, su segunda piel, anunció que dejaba el Real Madrid para no repetir sus excesos en Europa, consciente de que la imagen de su club no podía verse manchada por sus impulsos. Aquella decisión estuvo unida a su vida personal, donde decidió cambiar de pareja y separarse de su primera esposa, Carmen Mira, con quien tuvo tres hijos (Borja, Juan David y Benjamín), pasando a oficializar su relación con Fernanda Encinas, Fenny, con quien tuvo su hija, Jennifer. Tras abandonar Madrid, Juan regresó a su casa fichando por el Málaga, con el que realizó un par de temporadas sublimes, sazonadas por un puñado de regates prodigiosos, goles imposibles y pases de rabona y de tacón. En junio de 1989, el maestro Curro Romero, ídolo y amigo personal del ‘siete’, le cortó la coleta. Juan lo dejaba y La Rosaleda le despedía con una calurosa y cerrada ovación. Dos orejas, rabo y vuelta al ruedo para Juanito. La Junta de Andalucía, conmovida por la popularidad de Juan, decidió concederle la Medalla de Plata de la autonomía. Sin embargo, su vida como ex futbolista fue un tormento para un delantero con alma de artista que veía, con desesperación, cómo el veneno del fútbol no se iba de su cuerpo. Y volvió. Se enroló en Los Boliches, de Segunda B, en abril de 1991. Necesitaba sentirse útil, respirar fútbol, oler a linimento en el vestuario. Su pasión por el mundo del toro seguía intacta, ya que llegó a formar cartel con Alfonso José y Alfonso Galán saliendo a hombros de la plaza de Fuengirola, pero tenía ‘mono’ de domingos, de fueras de juego, de polémicas, de goles. La pelota era una droga dura para Juan, que se resistía a abandonarla para siempre. De ahí que aceptara la oferta del Mérida, presidido por José Fouto, para firmar como nuevo entrenador del conjunto emeritense.

Amigos y enemigos coincidían en que Juan, un monumento al arrepentimiento, empezaba a sentar la cabeza en el banquillo. Soñaba con ser entrenador del Real Madrid y se pasaba las horas perfeccionando su método. Quería volver al Bernabéu, su casa, y ganar la Copa de Europa. Esa que se le había negado como jugador. Su sueño, como tantas cosas de su vida y su carrera deportiva, se esfumó en menos de treinta segundos. La carretera se truncó la vida de Juan Gómez, Juanito, bandera de los niños que hoy son padres, aunque su leyenda pervive en el tiempo, en cada minuto siete, coreada por el público que no le olvida, el del Bernabéu. Juan maldecía su ‘yo irracional’, pero tenía un corazón que no le cabía en el pecho. ‘El Cabezón’, pegado a la cal, sigue regateando en el cielo.

viernes, 23 de marzo de 2012

RMCF-Barza 97/98




Colaboración Ra López.

jueves, 22 de marzo de 2012

Perder para ganar

Hace tiempo que leí sobre esta curiosa de una autocanasta meditada desde el banquillo blanco que serviría para evitar un mal mayor y remontar fácilmente en casa. Me he encontrado con un artículo sobre este tema en el blog belfast-boy.blogspot.com y aquí os lo reproduzco para que podáis disfrutarlo.

Hace 50 años el baloncesto europeo era muy diferente al de hoy. Hace 50 años no existía la línea de 3 puntos (se instauró en 1984, tras los Juegos de Los Ángeles), ni las posesiones de 24 segundos (pocos años antes se habían instaurado los 30 segundos). Tampoco se sancionaba el campo atrás, ni existía el tiro libre adicional tras canasta. Hace 50 años aún era habitual ver jugadores que lanzaban los tiros libres a cuchara. Era aquel un baloncesto menos físico y menos sujeto a los sistemas tácticos.

Mucho ha cambiado el baloncesto en este medio siglo. Algunos de estos cambios han sido claves para el desarrollo de este deporte. Otros, nimios; cambios menores con repercusión apenas anecdótica. Por ejemplo, entonces no estaba prohibido que un equipo encestara adrede el balón en su propia canasta. Una norma que surgió, precisamente, hace 50 años.

El 18 de enero de 1962 jugaba el Real Madrid en tierras italianas, frente al Ignis Varese, el partido de ida de los octavos de final de la Copa de Europa. El equipo blanco estaba entrenado por Pedro Ferrándiz, eterno morador del banquillo blanco durante los años 60 y 70. Sobre la cancha, jugadores como Emiliano Rodriguez, Lluis Cortés, Carlos Sevillano, Lolo Sáinz, Lorenzo Alocén o la pareja estadounidense de pívots formada por Wayne Hightower y Stanley Morrison.

Las eliminatorias de Copa de Europa se disputaban entonces a doble partido, sumándose los puntos conseguidos en ambos partidos para conseguir el resultado total. No sólo era, por tanto, importante ganar (o perder), sino hacerlo por la mayor (o menor) cantidad de puntos.

Ante un pabellón repleto y un público enfervorizado (¡Forza Varese, Forza Varese!), el Real Madrid empezó mandando y a los pocos minutos ya vencía por 10-20. Durante todo el primer tiempo el equipo blanco disfrutó de diferencias a favor relativamente cómodas, llegando al descanso con una renta de ocho puntos (36-44). En la reanudación el Madrid resistió las embestidas del Ignis, manteniendo siempre la delantera en el marcador, aunque con diferencias cada vez más exiguas. A falta de dos segundos, el Ignis conseguía empatar el partido (80-80), siendo además eliminado por cinco faltas el madridista Morrison. En tan poco tiempo parecía difícil que el Madrid pudiera conseguir la victoria, por lo que el partido parecía conducirse irremediablemente hacia la prórroga. El desenlace, sin embargo, fue completamente inesperado.

Lluis fue el encargado de poner el balón en movimiento, pasándoselo a Lorenzo Alocén, que acababa de ingresar en la cancha por el excluido Morrison. Entonces Alocén, ante el estupor de los espectadores que rebosaban el pabellón, se elevó y encestó la pelota en su propia canasta. Sin tiempo para más, el equipo italiano vencía por 82-80.

Tras la sorpresa inicial, la primera reacción del público fue mofarse del jugador madridista, pensando que, presa de los nervios del momento, había cometido un imperdonable error que había entregado la victoria al equipo contrario. Fue el húngaro Toth, jugador del equipo de Varese, el primero en percatarse de lo que en realidad acababa de ocurrir. El fallo de Alocén no había sido tal, sino que había encestado intencionadamente en su propia canasta con la finalidad de evitar la prórroga.

Todo había sido, por tanto, una treta de Ferrándiz. El Madrid había perdido a Sevillano y Morrison por faltas y Hightower, el otro americano, llevaba minutos en la cancha renqueante. El entrenador madridista consideró entonces que una derrota por sólo dos puntos, fácilmente remontable en el partido de vuelta en Madrid, era preferible a una incierta prórroga con su equipo mermado y el equipo contrario alentado por la remontada y empujado por sus entusiastas aficionados.

La jugada ideada por Ferrándiz y llevada a cabo por Alocén se puede considerar poco deportiva e incluso dudosamente ética, pero era legal en ese momento, pues la FIBA no había contemplado que algo así pudiera ocurrir y, en consecuencia, no había reglamentado al respecto. A raíz de esta acción la FIBA se planteó una modificación del reglamento, castigando al equipo que hiciera algo así con una multa y exclusión de la competición.

Como Ferrándiz esperaba, el Real Madrid remontó la exigua diferencia en el partido de vuelta, logrando una holgada victoria por 83-62 y clasificándose así para la siguiente fase. El equipo llegó aquel año a la final, disputada a partido único en Ginebra contra el Dinamo de Tbilisi. Era la primera final de Copa de Europa que disputaban los madridistas. La victoria fue para los soviéticos por 90-83. Dos años después, el Madrid ganaba la primera de sus ocho Copas de Europa, venciendo al Spartak Brno.

viernes, 16 de marzo de 2012

RMCF-Barza 89/90


Colaboración Ra López.

Apuntes sobre el sorteo de la Copa de Europa

Todo parece predestinado para que el Real Madrid y el Barcelona se enfrenten en la final. El camino que tiene el Barza lo veo más lineal que el nuestro. Los culés son superiores que el Milan y Chelsea y tiene a favor el factor campo. Son equipos muy decentes pero dudo mucho que planten cara de verdad al Barza. En todo caso veo más posible que les hagan daño los italianos.

Nosotros tenemos unos cuartos favorables pero las semifinales son un puerto de hors categorie. Los alemanes les considero la única alternativa real a los dos equipos de nuestra patria. Sufrieron un bajón de juego considerable en la liga alemana, pero parece que van subiendo de nuevo el nivel y el 7-0 del otro día les hará venirse arriba.

Interesante que por fin parece que la suerte nos ha sonreído en una circunstancia que nos suele ser esquiva, los partidos de vuelta en casa. Históricamente acostumbra ser al revés, pero en estas dos rondas por fin nos jugaremos todo en nuestro campo. Un factor fundamental sobre todo contra los alemanes. A la memoria se me viene la eliminatoria que pasamos en vísperas del maldito 11-M, octavos, con gol de Zidane, y sobre todo aquella épica remontada bajo la lluvia, con un Bernabéu entregado de verdad, donde los goles de Helguera y Guti nos condujeron a lo que sería la Novena. Imposible olvidar a Raúl diciéndole cuatro cositas a Salihamizdic tras la rajada de los alemanes en los días previos al partido.

Considero que Barcelona y Real Madrid no tienen rival ahora mismo a nivel mundial. Y si ninguno de los dos tiene un día extraño, estamos condenados a encontrarnos en Munich, como en Valencia el año pasado, pero esta vez por algo mucho más grande. Yo los quiero allí. Puede ser peligroso si el resultado es adverso. Pero puede ser glorioso si cae cara.

¡HALA MADRID!

Fútbol en estado puro

No tiene nada que ver con el Real Madrid. Pero el otro día, buscando un vídeo para el artículo del Cardiff City-RMCF, me topé con este que me encantó videar. Creo que el título de esta entrada, Fútbol en estado puro, resume a la perfección lo que sentí al verlo. Un campo abarrotado, el terreno al que le faltan las alambradas para identificar un campo de batalla de la I Guerra Mundial, la celebración de los goles con la turba, los jugadores con barro por todo el cuerpo, golazos... A los amantes de este deporte seguro que les parece entretenido y les entran ganas de tomar una pinta.

Hereford United-Newcastle. Tercera ronda de la FA Cup de 1972.

jueves, 15 de marzo de 2012

El deporte rey

Hoy toca corta y pega. Os acerco un capítulo del libro "El deporte rey", el cual se encuentra descatalogado en nuestro país y está escrito por Desmond Morris. El escritor en cuestión es etólogo y zoológo. Esta circunstancia hace atractivo este artículo, ya que lo narra una persona alejada de la vorágine futbolística y del perfil periodístico e incluso literario. Es un simple observador que cuenta lo que ve con un vocabulario particular, propio de su persona y profesión.
Observar las calles de acceso a un gran estadio el día en que se celebra un encuentro de campeonato es como ver a un ejército medieval que se reúne para el combate. Densas columnas de figuras en movimiento, llamativamente vestidas y cargadas con banderas y estandartes, convergen sobre el imponente campo cantando y tarareando, pronunciando los nombres de sus tribus y héroes, tocando tambores, haciendo sonar bocinas y batiendo palmas según los ritmos rituales. Se trata de los seguidores tribales, los cuales, en lo que respecta a la emoción del juego, se han vuelto tan importantes como los jugadores. Sin e l ambiente que crean, su apasionada lealtad, y sus intensos anhelos, todo el mundo del deporte se derrumbaría no solo por motivos financieros sino porque su espíritu dejaría de existir, al igual que su agonía y su alegría, propias de la tribu.

¿Quiénes son éstos devotos seguidores y de dónde provienen los millones de seres que, durante la larga temporada, se congregan todas las semanas para asistir a los partidos de fútbol? En su inmensa mayoría son urbanos, hijos de la Revolución Industrial. Pasan la semana en las fábricas y los despachos, en las tiendas y las calles del tumultuoso mundo urbano del siglo XX. Su trabajo carece de un clímax intenso y a menudo es monótonamente repetitivo, de modo que cuando se aproxima el día del encuentro esperan impacientemente las cumbres de alta tensión y dramatismo emocional que el juego producirá, interrumpiendo su rutina cotidiana de siempre con agitados instantes de una exaltación casi insoportable.

Todo seguidor está lo bastante interesado por los detalles técnicos del deporte para ver los partidos por televisión y, en ocasiones especiales, apoyar al equipo nacional, pero su corazón siempre pertenecerá a un conjunto determinado: la lealtad tribal a su club local trasciende cualquier otra consideración. Aunque su equipo atraviese un mal momento y sufra una serie de derrotas, la lealtad del seguidor auténtico sigue siendo inquebrantable. Es posible que gima y se queje, pero no lo abandona. Sabe que, por muy brillante que sea, ningún equipo puede ganar todos los partidos, y espera los buenos tiempos que indudablemente llegarán.

Los seguidores más fanáticos poseen un conocimiento casi enciclopédico de las estadísticas se su club y parecen disfrutar de una memoria fotográfica para centenares de incidentes tribales. Recitan los nombres de los jugadores como si de una letanía se tratara. Rememoran con todo lujo de detalles los resultados de los encuentros y los goles. Sus cerebros archivan las alineaciones del equipo, el número de fueras de juego y los penalties señalados, las tarjetas amarillas que acumulan los jugadores, los cambios en la tabla de la clasificación de la Liga , la relación de máximos goleadores, y otro similar de datos y cifras. Si existieran cursos universitarios sobre estos temas, todos serían alumnos brillantes. Si en lugar de al estadio fueran a la iglesia, todos podrían recitar la Biblia de memoria.

Cuando el día del encuentro entran al estadio, se dividen aproximadamente en dos grupos: los Viejos Aficionados y los Jóvenes Aficionados. Los viejos ocupan los sectores con asientos mientras que los jóvenes permanecen de pie en las gradas. Hay excepciones, pero esta es la regla general. A primera vista, parecen una masa amorfa, un gran mar de cabezas que se estiran para presenciar la acción y seguirla segundo a segundo, casi como si se hubieran convertido en células unidas de un mismo organismo gigante. A partir de un análisis más profundo es posible distinguir una serie de categorías distintas: determinados tipos de seguidor presentes una y otra vez en cada reunión tribal. Aquí ofrezco una breve lista de algunos de los tipos más interesantes:


-Los Viejos Aficionados-

1. Los incondicionales:
Se trata de los seguidores que han consagrado su vida al club. Para ellos, el equipo nunca se equivoca. Su lema es “Nuestro equipo nunca pierde, sino que a veces se le acaba el tiempo”. El resultado insatisfactorio siempre se debe a un arbitraje injusto, a la conducta brutal del equipo adversario o a una racha de mala suerte. Se enfurecen con todo aquel que sugiere que el equipo no jugó bien, y jamás insultan a gritos a sus jugadores, ni siquiera bajo la provocación más extrema. Su pasión es absoluta y devoradora.

2. Los expertos:
Se trata de los individuos que saben más sobre el equipo que el mismo director técnico, y que le explicarían todo si él estuviera dispuesto a escuchar. Analizan cada movimiento y siempre son muy críticos ante la composición del equipo, la compra y venta de jugadores y la alineación. Desde su lugar en la tribuna, mantienen a sus sufridos vecinos plenamente informados de la complejidad de cada incidente, y a veces se concentran tanto en sus comentarios que se pierden un gol fundamental. Son expertos en disculparse por sus predicciones erróneas y siempre se muestran sabihondos después del partido.

3. Los chistosos:
Se trata de los seguidores que han desarrollado un repertorio de comentarios cáusticos y divertidos que vociferan a los cuatro vientos cada vez que se produce una interrupción del juego. Sus comentarios son casi siempre insultos exasperados. Si el árbitro no pita una falta, el chistoso grita: “No le dejaron traer el perro guía al terreno de juego”. Si un jugador del equipo contrario cae con una pierna lesionada, chilla: “Matan a los caballos, pero no te preocupes que a los burros no los sacrifican”. Si el árbitro concede un penalti a los adversarios, grita: “Cuando te hicieron la circuncisión te cortaron lo que no correspondía”. Si un jugador no se esfuerza, brama: “Eres más inútil que una tetera de chocolate”.

4. Los abucheadores:
Al igual que los bromistas se trata de personas que gritan a todo pulmón, pero sus comentarios son más coléricos que humorísticos. En general se limitan a lanzar insultos simples como “no servís para nada” o “sois un atajo de maricones”. Estos comentarios van dirigidos a su propio equipo cuando el desarrollo del juego no es favorable y aflige a los incondicionales, que a veces se vuelven contra ellos y les piden que se callen. Cuando las cosas van bien guardan silencio, y son muy raras las veces en que lanza un grito de entusiasmo en los momentos de triunfo. Parecen ir al partido para descargar su bilis. Cuando los comentarios va dirigidos a los adversarios generalmente usan expresiones como “animales, volved al zoo”. Para el abucheador, el partido significa un tipo especial de terapia.

5. Los mártires:
El mártir nunca grita. Gime para sus adentros y menea pesarosamente la cabeza. Sabía que las cosas irían mal incluso antes de que comenzara el partido, y sufre en todo momento. Disfruta tanto con su martirio que si las cosas van bien es propenso a quejarse del único jugador que no da la talla o a hacer sombrías predicciones en el sentido de que la bonanza “no durará”. Teme que el equipo pierda y teme aún más la amenaza del descenso. Dice que no entiende por qué asiste a encuentros que le producen tanto dolor, pero siempre va en búsqueda de más sufrimiento.

6. Los excéntricos:
Cada club cuenta con sus personajes extraordinarios que regularmente se visten de manera estrafalaria, llevan alimentos raros o se retiran llamativamente antes de que concluya el partido, hablando entre sí. Viven en un mundo propio pero parecen necesitar la compañía de una multitud a fin de poner de relieve ante sí mismos la diferencia que hay entre ellos y el público. Nadie conoce su verdadera opinión sobre el juego y no hacen el menor caso a las de los demás.

7. Los forasteros:
Casi todos los que están en la tribuna son habituales y saben de qué va la cosa, pero a veces algunos forasteros se abren paso hasta allí y al momento destacan por su falta de comprensión de los rituales tribales. Pueden ser extranjeros o gentes que visitan la ciudad, y llaman la atención por su modo de vestir y sus reacciones ante los acontecimientos que tienen lugar en el terreno de juego. Si se entusiasman lo suficiente para gritar, en el acto se nota que sus comentarios carecen del deje tribal y los habituales intercambian miradas de complicidad.


-Los Jóvenes Aficionados-

1. Los críos:
El grupo más nutrido de jóvenes aficionados está compuesto por los hinchas (el ejército de fanáticos llamativamente vestido, que canta, bate palmas y se concentra en los graderíos), pero alrededor de ellos hay otros aficionados jóvenes que todavía no se han integrado plenamente a sus filas. Los más jóvenes son los críos, chicos que apenas tienen edad suficiente para asistir solos a los encuentros. Ocupan los límites de la concentración de hinchas y a menudo están en rincones, asomados por encima de muros de poca altura o con la cara encajada entre las verjas de la barrera. Rondan el túnel de los jugadores e intentan ver de cerca a sus ídolos y, si tienen suerte, tocarlos con la mano estirada. Son los más móviles de los aficionados jóvenes; a menudo corren de un lugar estratégico a otro y esperan impacientes con un libro de autógrafos junto a la entrada de los jugadores con la esperanza de obtener la firma de una estrella para llevarla a casa y mostrársela a los amigos.

2. Los novicios:
En la jerarquía de los aficionados jóvenes, el escalón siguiente lo ocupan los novicios. Apenas mayores que los críos, se apiñan en los límites inmediatos del principal conjunto de fanáticos, pero todavía son demasiado jóvenes para formar parte de las cerradas filas de seguidores del club. Sin embargo, no corretean juguetonamente sino que observan con atención la actividad de los forofos de más edad y aprenden sus cánticos tribales y sus rituales de palmas. En cada terreno de juego suelen situarse en un sector determinado de las gradas, delante o a un costado del cuerpo principal de hinchas.

3. Los forofos:
Se puede identificar de diversas maneras a los auténticos forofos. Su ropa siempre está adornada con los colores del equipo. Se reúnen a las puertas del campo mucho antes de que comience el partido para entrar juntos y ocupar su posición especial, apiñados en un determinado sector de los graderíos. Es su territorio sagrado y pobre del extraño que se atreva a invadirlo. Ocupan la grada de detrás de una de las porterías que gracias a la tradición consagrada ha llegado a conocerse como “el gol de casa”. La policía se ocupa de mantener al público visitante lejos de éste sector, porque si en él se divisan colores extraños estallaría la violencia y los invasores serían transladados por la fuerza hasta otro sector del estadio.

4. Los cabecillas:
Dentro del grupo general de fanáticos existen varias categorías específicas. Aunque al ejército de forofos no se le impone una organización externa, existe cierto grado de organización interna. Algunos individuos desempeñan el papel de cabecillas espontáneos. Hay gerifaltes agresivos que asumen el mando cuando se desata la violencia. Otros son organizadores de viajes y se ocupan de contratar autocares, fijar lugares de reunión y otros detalles del transporte.

5. Los gamberros:
En el conjunto de forofos siempre hay muchos aficionados dispuestos a defender el honor de su club contra los rivales. En la mayoría de los casos, ello equivale a amenazas rituales que acaban por bordear la pelea real. Pueden insultar y emprender furiosas carreras para ahuyentar a los rivales que se encuentran cerca de su territorio sagrado, pero rara vez llegan a las manos. Al ser especialmente aparatosos en sus despliegues agresivos parecen más peligrosos de lo que en realidad son.

6. Los duros:
Se trata de una categoría especial de aficionados un poco mayores que se distinguen de los demás por la ausencia absoluta de los colores del club. Llevan pantalón y camiseta lisos porque consideran que han superado esas manifestaciones y que todos los demás les conocen por su reputación personal. Suelen agruparse y son los más propensos a llevar sus agresivos rituales al campo de una pelea real cuando surgen problemas. Son los hombres recios de las gradas y los más temidos por los aficionados rivales. De todos modos, planifican minuciosamente su estrategia y en modo alguno están desquiciados. Los aficionados corrientes los miran como a miembros dominantes del grupo principal.

7. Los chiflados:
Todo club cuenta con unos pocos hombres desenfrenados. Reciben diversos nombres como “rompecascos” o “chiflados”. Los demás aficionados no los quieren, ya que si surgen problemas pierden el control y cometen graves actos de violencia física. A veces llevan armas ocultas y esto puede acarrear cacheos por parte de los servicios de vigilancia en partidos especialmente delicados en los que se enfrentan rivales tradicionales. También desencadenan una enérgica acción policial lo cual molesta al conjunto general de los aficionados. Llegan a las gradas prácticamente ebrios y eso molesta a algunos seguidores porque la conducta desordenada suele desbaratar los rituales sincronizados de cantos y palmas, aunque hay otros que les consideran una entretenida función secundaria.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Cardiff City FC-RMCF. Recopa 1970/71

Cardiff es la capital de Gales, perteneciente al Reino Unido, que tiene poco más de 400.000 habitantes. Es el centro neurálgico del país y goza de un gran atractivo turístico, fuente de ingresos fundamental de la ciudad. Sus gentes se entretienen, como buenos británicos que son, con dos deportes en especial: el rugby y el football.

Hay diversos clubes locales que disputan la competición nacional galesa. Pero el principal club de la ciudad es el Cardiff City FC, conocidos como de The Bluebirds. El club nació con el nombre de Riverside FC, en 1899 y en la actualidad juega en lo que sería la segunda división de la liga inglesa, The Championchip.

Un palmarés modesto hace que se retenga en la memoria de sus seguidores efemérides que a los que somos de grandes clubes se nos pueden escapar. Por eso, el 10 de marzo del 2011, en Cardiff se celebró el 40 aniversario de su enfrentamiento contra el Real Madrid en la Recopa de Europa. La aparición de este torneo en el año 1960 permitió al Cardiff jugar a nivel continental a través de la Welsh Cup. Para el Real Madrid era la primera temporada que no disputaba la Copa de Europa. Pero en su historial ya constaban los 6 entorchados conquistados y era una hoja de servicios muy atractiva para la capital galesa, que se preparó para el encuentro como si de un evento de gran magnitud se tratase. La BBC repitió en los días previos al partido la famosa final de Hampden Park, donde el Real Madrid conquistó la quinta Copa de Europa ganando 7-3 al Eintracht de Frankfurt. Dicen los más viejos del lugar que es el mejor partido de fútbol que recuerdan y en las islas británicas dejó huella. En la final de Glasgow del 2002 también dieron el partido de 1960 un día antes del choque.

Primera jugada de ataque. Amancio envía el balón por encima del larguero ante la mirada de Don Murray y Leighton Phillips.

Clark tuvo en sus botas el segundo gol.


Eran los Cuartos de Final de la Recopa de 1971, 10 de marzo, y el Madrid llegó a esta fase tras eliminar al Hibernians escocés (0-0 y 0-5) y al Wacker Insbruck de Austria (0-1 en el Bernabéu y 2-0 en el terreno de los austriacos). Entonces no se permitían la contratación de extranjeros y el Real Madrid presentó un once exclusivamente español: Borja; Zunzunegui, Benito, Grande, Sanchis (sustituido por De Filipe); Grosso (sustituido por Fleitas), Zoco, Perez, Pirri; Amancio, Velazquez. Vistió de rojo, siendo una de las excepcionales ocasiones en las que se ha vestido así en nuestra historia hasta que esta temporada nos lo han querido introducir como algo habitual. La diferencia es que por aquel entonces se jugó así porque los pantalones del Cardiff eran blancos, como la primera equipación madridista, y la camiseta azul, como la segunda indumentaria. El rojo era habitual en el portero y por aquel entonces se repartieron 11 camisetas más de ese color para evitar la confusión. No es así hoy en día, donde lo único que se pretende es marketing. Ahora bien, no sé quien tiene más delito, quien lo hace o quien lo compra.

El partido se disputó en el antiguo Ninian Park ante 47.500 espectadores. Era el antiguo estadio del Cardiff, de corte típicamente británico donde se respira fútbol por los cuatro costados. Hoy en día juegan en el Cardiff Stadium adaptándose a la nueva ola de estadios modernos, más fríos y distantes desde mi humilde punto de vista.

El Cardiff saltó al campo con el siguiente once: Eadie; Carver, Murray, Phillips, Bell; King, Sutton, Gibson, Rees; Woodruff, Clark. Los galeses dieron la campanada derrotando a nuestro equipo por 1-0, gol de Brian Clark. La locura se desató en las gradas y el vestuario local, donde se brindó con champán una vez concluido el encuentro. La fiesta era merecida para un club modesto. Pero quedaba la vuelta en la capital de España.

Los madridistas salieron al Santiago Bernabéu sin ánimo de sufrir más sorpresas. La temporada del equipo no estaba siendo buena, pero se presuponía una superioridad respecto a los británicos que se reflejó con un 2-0 en el marcador que clasificaba al Real Madrid a semifinales. El PSV fue el último escollo antes de la final, empatando a 0 en Holanda para rematar 2-1 en casa. La final se jugó ante el Chelsea donde se llegó a la conclusión del partido con empate a 1. Esto obligó a jugar un encuentro de desempate terminando 1-2 para los ingleses.

Lo interesante de esta historia con la que me he topado, además del valor nostálgico del fútbol de entonces, es ver el respeto y admiración que despertaba y despierta el Real Madrid en Europa. Sin duda más grande fuera de nuestras fronteras que en nuestro país.

A partir del minuto 2:04 hay un resumen a color de dos minutos del partido.


martes, 13 de marzo de 2012

RMCF-Celta 98/99






Colaboración Ra López.

Mirza Delibasic

Os acerco el artículo de un artículo. Suena raro, pero lo que hago es pegar un artículo publicado en el blog de Juanma Iturriaga, llamado "El blog del palomero", donde publicó en 2010 un artículo que escribió en 2001, año en que murió Mirza Delibasic. No voy a enrollarme más. Os dejo con un artículo emotivo sobre una leyenda del baloncesto.

UN BRINDIS POR MIRZA

4 de Febrero. Mi cumpleaños. Gracias, gracias por vuestra felicitación. En fecha tan señalada, he decidido dedicar el post a alguien que desgraciadamente no alcanzó la edad que tengo. Una persona que dejó un recuerdo imborrable para todos los que le conocimos, un jugador cuya huella perdura según he podido comprobar en vuestros comentarios y preguntas. Os prometí que lo haría y no se me ocurre mejor fecha que esta para homenajear al gran Mirza Delibasic. Y para empezar, este es el artículo que escribí en este periódico cuando murió, en Diciembre de 2001.

Un tipo increíble
Pocas veces dos años dieron para tanto. Fue el tiempo que Mirza estuvo en el Real Madrid, pero en ese breve espacio de tiempo dejó tantas cosas que le hizo insensible al olvido. Al de todos los que tuvimos la suerte de compartir vestuario con él, a los que durante dos temporadas se acercaron al Pabellón y disfrutaron de su juego, al de cualquiera que de una u otra manera se cruzó en su camino. Mirza era ante todo una persona elegante. En su juego y en su vida. En la forma en que trataba la pelota y también en los modos y maneras de entender las relaciones humanas. Como jugador, no fue el que más títulos ganó, ganando muchos. En la lista de míticos jugadores yugoslavos, siempre aparece detrás de los Cosic, Kikanovic, Dalipagic, Petrovic o Kukoc. No era un portento físico, no se cuidaba al 100%, no estaba dispuesto a todo por ser el número uno. Pero nadie, ni antes ni después, supo desarrollar el baloncesto con la clase, finura y elegancia que él atesoraba. Mientras la mayoría nos poníamos el traje de faena y las manchas sudor nos delataban, Mirza jugaba con un traje de Armani impoluto, al que no hacía ni una mísera arruga después de disputar cuarenta minutos. Gran pasador, magnífico dominador de la pelota, todo quedaba empequeñecido cuando se elevaba para tirar a canasta. Durante una décima de segundo se quedaba quieto y se convertía en una estatua perfecta. Su longilíneo cuerpo tieso como una estaca, la mano formando el maravilloso y exacto ángulo de 90º, ese que lo ves en los manuales de baloncesto y que cuesta tanto observarlo en vivo, la mano arropando lo justo el balón para que cogiese la fuerza y dirección exacta. La foto era inmejorable. Pero Mirza no se quedaba en eso, en una foto para enmarcar o en un estilo de libro. Además era un ganador, un jugador en el sentido más amplio de la palabra, que tenía el físico y el talento ideal para el baloncesto pero que conseguía hacer mejores a todos los que jugábamos con él. No sólo eso, sino que también demostraba que la obligación de ganar no estaba reñida con el disfrute de su búsqueda. Si jugar con él y admirarlo hasta en los entrenamientos fue una bendición, vivir, viajar y disfrutar de su compañía supuso una de las experiencias más gratificantes que podemos contar de aquellos años. Su adaptación al equipo, a la personas que lo formábamos, a la idiosincrasia hispana, a las siestas, al mús (“a la mano con un pimiento”, una de sus frases favoritas) a la cervecita despues de entrenar, a disfrutar de la vida, al Real Madrid, a reir siempre, incluso cuando no tienes ganas, fue tan alucinante que nunca dejó de sorprendernos. Pero también, y eso es lo difícil, era grande como persona. Sensible hacia todos y hacia todo. Cariñoso, entrañable, irónico. Murió hace bastante, desde que decidió que la vida, su vida, ya no merecía la pena vivirse. Pero incluso entonces, mantuvo su compostura, su natural elegancia. Destrozado por dentro y por fuera, era de lo poco que le quedaba. Pero el final es lo de menos. Nadie nos podrá quitar nunca el placer de habernos encontrado con un tipo increíble. Mirza, a la muerte con un pimiento.

Hoy, mientras releía este artículo, me he dado cuenta que a pesar de los años transcurridos, la presencia de Mirza en mi memoria sigue intacta. Le recuerdo en tantas situaciones y circunstancias que me da la impresión que en lugar de jugar con él dos años, compartimos muchos más. La primera vez que nos cruzamos fue en Sarajevo. El año que finalmente el Bosna fue campeón de Europa, comenzamos la fase final de la Copa de Europa jugando en su campo. ¡Vaya campo! En un fondo, una foto de tamaño descomunal de Mirza colgaba en las alturas, como avisándote que habías llegado a sus dominios. Planeamos el partido con una especial dedicación defensiva sobre él. Igual si le hubiésemos ignorado nos hubiese ido mejor. Joder, nos la metió de todos los colores, en todas las posiciones, dándole la derecha o la izquierda. Del punto 1 al 40, todo simple y puro talento baloncestístico.

Fichó por el Madrid y a los pocos días nos había ganado a todos por su buen rollo, ganas de adaptación y detalles de ganador. Al poco de llegar apareció un día Saporta por el pabellón. Nos íbamos a Sao Paulo a disputar el Mundial de Clubes y quería saber si queríamos paquetito o paquetón. Me explico. Nuestro sistema de primas tenían dos modalidades. Una, el todo o nada, el paquetón. Si éramos campeones, todo. Si no, nada. Y la otra era la de paquetitos. Es decir, primas por partido. Don Raimundo nos lo preguntó y por un momento nos quedamos mirándonos unos a otros. Entonces saltó Mirza. “Paquetón ¿no?”. Y acompañó la frase con una cara de “está claro”. Ganamos el paquetón y fue el principio de una muy buena temporada. Llegamos a la final de la Recopa donde perdimos frente a la Cibona y nos jugamos la liga en la última jornada en el Palau. Si mi admiración por Mirza ya era grande, después de aquel partido…… En los días previos una de las preguntas típicas de la prensa era si se sentía mucha presión por jugarse la liga a un partido, en el Palau y siendo el jugador más importante del equipo (en aquella época sólo se podía jugar con un extranjero). La contestación de Mirza fue ejemplar: “¿Presionado? No. El Madrid me fichó para jugar partidos como este”. Llegó el partido y estuvo maravilloso. La temperatura ambiental era extrema con ruido constante y ensordecedor, pero nada ni nadie impidió que Delibasic jugase como solía hacerlo. Recuerdo una imagen del momento en el que pensé, esto está ganado. Faltaban pocos minutos y el marcador todavía no se había decantado definitivamente. Estábamos en un tiempo muerto y en mitad de la bronca que había me giro y observo a Mirza. Apoyaba el codo en los hombros un compañero y tenías las piernas cruzadas. Su cuerpo emitía relajación, tranquilidad. Era la postura que se podría tener en la barra de un bar charlando con unos amigos. Al verle, me entró una paz y una seguridad enorme. Minutos después, éramos campeones de liga. Este video no es de este partido, sino del que jugamos aquella temporada en Madrid. Era su primer Madrid-Barça, y fijaros que exhibición dió el pájaro. !Que forma de tirar a canasta!

23 de Junio de 1993. Europeo de Alemania. España juega con Bosnia. Veo fotos suyas y su tristeza me provoca dedicarle otro artículo.

La triste mirada del genio
Una vez sacado el máximo provecho a su partido contra Suecia (rodaje oficial, toma de contacto, descongelación de las muñecas, demostración pública del buen ambiente exterior e interior, etc.) Mirza Delibasic nos espera. Al frente de la recién formada selección bosnia, la triste mirada de Mirza (es la cara de la desgracia) entrará en nuestras casas. Nadie se merece que la vida le trate así, y menos una humanidad como la de Delibasic.

Mirza trajo la modernidad baloncestística a Madrid y a pesar de su marcha, hace ya 10 años, nadie que asistiese a sus lecciones (las de mus incluidas) las ha olvidado. Su elegancia nos hizo disfrutar durante dos años de su natural y prodigiosa naturalidad para este deporte. La vida le hizo un tenebroso guiño en sustancia en Caserta, donde esperaba pasar el último tramo de su carrera. Allí se acabó el Delibasic jugador.En pleno proceso de reintegración a la vida normal, Delibasic visitó Madrid para recoger un merecido premio a su contribución deportiva. La guerra devastaba Yugoslavia, pero no había llegado aún Sarajevo, la preciosa Sarajevo, donde Mirza ha sido siempre un héroe popular. "No creo que nos alcance. Nos daremos cuenta antes de que estamos locos luchando entre nosotros", comentaba durante una comida de viejas glorias. Mirza, siempre bien pensado, siempre ingenuo, no acertó. Ahora su única preocupación es la supervivencia de familiares y amigos (más que la suya propia).Ahora dirige a Bosnia, aferrado a la vida después de ver la muerte tan cerca. El baloncesto, su gran pasión, es la única vía de escape que les queda a él y a sus jugadores. Pequeña vía para un montón de ojos a los que la cerrazón humana les ha mostrado la peor de las pesadillas. Con la imagen de la desgracia de miles de personas siempre presente en sus retinas, el equipo bosnio intentará dar una sensación de normalidad. Una sensación que se viene abajo con una sola mirada a los ojos de un genio llamado Mirza.Eran tiempos más que difíciles. Robert Alvarez, enviado especial del Pais a este campeonato escribió su crónica previa al partido con Mirza de protagonista.

Delibasic, de la guerra al Europeo
"Sólo Dios sabe qué pasará el 5 de julio, cuando esto acabe. Sólo seguimos por la "fuerza de los cojones". Circunspecto y en el descarnado castellano que conserva de sus dos años de estancia en el Real Madrid, Mirza Delibasic, de 40 años, difunde un mensaje angustioso. El baloncesto ha sido y es su vida. Ahora, durante 15 días, mientras dure el Campeonato de Europa que se disputa en Alemania, Mirza va a utilizarlo como vehículo para transmitir al mundo entero las calamidades y la urgente necesidad de ayuda al pueblo bosnio. Lo meramente deportivo comenzó ayer con una derrota ante Rusia (99 a 77) y seguirá hoy con el partido ante España (16.00, La 2).Fue nombrado seleccionador hace un año, pero Bosnia no ha empezado a competir hasta hace apenas dos meses, justo después de que, en un rocambolesco y arriesgado episodio que costó la vida de tres mujeres, los jugadores y el propio Mirza pudieron abandonar Sarajevo. La expedición, integrada por 18 personas -10 bosnios, cinco serbios y tres croatas-, se dividió en tres grupos y, a pesar del sigilo y la rapidez con la que se movió por el aeropuerto de la capital bosnia, fue tiroteada. Mirza lo relata sin pestañear. "Estamos tan acostumbrados a los disparos y a la muerte que ya no nos afecta casi nada", explica.

Hacerse el muerto
Sus rivales deportivos, sin embargo, sí están impresionados por algunas de las peripecias de Mirza y de los suyos. Estos días en Karlsruhe el episodio que corre de boca en boca, entre expresiones de perplejidad y admiración, es el de Samir Avdic. Es un alero de 26 años y 2,05 metros que, según cuentan, tuvo que estar más de cinco horas haciéndole el muerto en una de las calles de Sarajevo, junto al cadáver de una amiga con la que fue sorprendido por un francotirador. Cuando llegó la noche, Avdic pudo huir. Otras versiones cuentan que estuvo bastantes más horas tenido e inmóvil en el suelo para evitar una muerte segura. Lo que es seguro es que se llevó una doble herida, una física, en la oreja derecha, y otra psíquica, de la que le va a costar más recuperare y que, aseguran, se trasluce incluso en sus actuaciones en las canchas de baloncesto.Avdic no es el único jugador de la selección bosnia que ha estado combatiendo. Cuatro compañeros suyos se encuentran en el ejército y, a pesar de que han firmado ya contratos con equipos extranjeros, esperan precisamente estos días en Karlsruhe la llegada del cónsul de su país para saber si es posible evitar el retorno a la guerra.Mirza no tiene dudas. Su deseo es volver a Sarajevo. Le sobran motivos: "Allí tengo a mis padres, a mi hermano, a mis amigos. No puedo abandonar mi ciudad. Tengo dos hijos y quiero que tengan una patria. Hemos decidido luchar hasta que muera el último, porque somos gente de bien".Su esposa serbia y su hijo menor, de 7 años, al igual que varias familias de los jugadores bosnios, acompañan estos días a la selección en Alemania. Tal vez después, cuando él intente regresar a Sarajevo -"la rampa por donde salimos está ahora tomada por los serbios"-, ellos elijan como destino España, donde excompañeros del Real Madrid, como Brabender y Corbalán, le han ofrecido ayuda.

Una leyenda
Mirza Delibasic es una leyenda del baloncesto europeo. Ha ganado las ligas de Yugoslavia y España, la Copa de Europa con el Bosna Sarajevo y ha sido campeón de Europa, del Mundo y oro olímpico con la antigua selección de Yugoslavia. Ahora anuncia cual es el objetivo de la selección bosnia en este Europeo: "Que se hable de nosotros para intentar que el mundo empiece a reconocer a un país que ya está reconocido por la ONU y para que intervenga sin miedo contra el problema del fascismo".Para describir la vida de Sarajevo -donde escasean los alimentos, no hay agua, gas ni electricidad- Mirza recurre de nuevo a su descriptivo castellano: "Es una vida de mierda". Su salud, además, no es muy buena, aunque ha mejorado tras la embolia cerebral que sufrió hace diez años y que se le reprodujo hace un tiempo. Los médicos le han aconsejado que no fume, pero él, inmutable, continúa enlazando pitillo con pitillo. Hoy se sentará en el banquillo rival de España dispuesto a cumplir su doble misión: ganar si es posible y reivindicar ayuda para Bosnia, su patria.

Entre esta fecha, 1993, y la de su muerte, 2001, pocas alegrías le dió la vida. Aprovechando un partido que los veteranos del Madrid jugaron en aquellos parajes (yo no pude hacer el viaje) hablé por teléfono con él por última vez. Estaba ya muy abatido pero en un par de momentos de la conversación y no sé a cuenta de qué, apareció el Mirza de siempre. El de la chispa, el del sentido del humor casi hispánico, el entrañable compañero que se preocupa sinceramente por ti. Aquel que le compró una moto al encargado del material después de una noche de fortuna en el casino, o el que jugaba al mus como si hubiese nacido en Chamberí. El mismo que cuando el Madrid decidió prescindir de él aunque le quedase su tercer año de contrato, cogió las maletas y sin un mal gesto y con todo el agradecimiento del mundo, se despidió de nosotros dejando de ser compañero para pasar a ser amigo para siempre. Se suele decir que nadie muere del todo mientras haya alguien recordándolo. Si esto es así, Mirza Delibasic, ese entrañable ser humano, ese mega talento baloncestístico, el hombre del tiro perfecto y del pase imposible, es por ahora inmortal.

¡Grande Sasa!

lunes, 12 de marzo de 2012

Temporada 93/94

RMCF-Barza


Colaboración de Ra López.

Gonzalo Higuaín

Se van a cumplir dos años desde que publicase una entrada sobre Gonzalo Higuaín por unas circunstancias que ahora, 24 meses después, vuelven a ser similares. También colgué una foto de Ruud Van Nistelrooy, mostrando la camiseta del 20 argentino tras marcar el 4º gol que culminaba una remontada épica ante el Español. Estuvo presidiendo el blog hasta que se confirmó que el 'Pipita' seguía con nosotros.

Como si de un deja vu se tratase, volvemos al mismo 'run-run' entre los palmeros del gafotas con el Marca en primera línea de un debate que no debería existir. Ver este verano marchar a Higuaín para ser sustituido por Agüero o cualquier otro, no sería más que la guinda de los seres que gestionan nuestro Club alejándolo de cualquier atisbo de espíritu y alma. La deshumanización del RMCF. La pérdida total de los pocos valores que nos quedan.

Conducido por la rabia que me produce este asunto, llegaría a escribir prácticamente lo mismo que hace dos temporadas. Así que os enlazo aquel artículo a modo de homenaje para el argentino:

"¿La últimas horas de Higuaín?"

Y para terminar decir bien alto: ¡HIGUAÍN NO SE VENDE!

viernes, 9 de marzo de 2012

Algunas curiosidades de la sala de trofeos

El Real Madrid es el Club español que más Ligas ha conquistados, 61 entre baloncesto y fútbol. Es uno de los equipos que ha ganado más Copas del Rey y también ha ganado la Copa de la Liga y ocho Supercopas de España en fútbol. Pero los trofeos que más prestigio le han dado los ha conseguido en los torneos europeos. Sus17 Copas de Europa, dos Copas de la UEFA, 4 Recopas, 1 Korac, la Supercopa de Europa, 1 ULEB y las tres Copas Intercontinentales le han convertido en el club más prestigioso del mundo.

Pero vamos a hacer un pequeño repaso de los trofeos más curiosos que descansan en la vitrinas del Santiago Bernabéu. Mejor equipo de Europa: en 1986 el prestigioso diario francés “L’Equipe” eligió al Real Madrid como el mejor equipo de Europa. También fue mejor equipo de Europa en la temporada 1979-1980.

Más de 4.600 trofeos: El Real Madrid tiene más de 4600 trofeos, lo que le ha obligado a lo largo de la Historia a realizar reformas y cambiar el lugar de exposición de las muestras conquistadas. Actualmente se encuentra en el Fondo norte y lateral del Estadio y forma parte de la visita el Tour del Bernabeu.

El trofeo más grande: El mayor trofeo conquistado es el de Ciudad de Vigo, que el Real Madrid ganó en la final al Sporting de Gijón en 1982. Pesa 75 kg. de los cuales 25 son de plata. Mide 1,60m.

La copa más cara: La copa más valiosa es el trofeo Benito Villamarín. Fue conquistado en 1958 y es de oro puro de 18 quilates. Era el primer trofeo de este nombre que se jugaba.

Los Teresa Herrera: El Teresa Herrera es el trofeo veraniego más conquistado por el Real Madrid. En ocho ocasiones ha ganado el Real Madrid esta copa de plata, valorada en tres millones y medio de pesetas, y que desde principios de los 80 es una reproducción de la coruñesa Torre de Hércules.

Una bandeja de alas de mariposa: Seguramente el trofeo más curioso de cuantos hay en las vitrinas es una bandeja forrada de alas de mariposas de la selva amazónica. Es una bandeja multicolor regalada por el equipo brasileño del Sao Paulo.

Hay copa de cristal de Bohemia, porcelanas búlgaras que son únicos ejemplares, trofeos de piedras preciosas, tapices persas, esculturas y una colección de relojes entre los que destaca el que la FIFA regaló al Madrid en su setenta y cinco aniversario (no recuerdo si tras el cambio de ubicación de la sala de trofeos dicho reloj sigue expuesto).

jueves, 8 de marzo de 2012

RMCF-Barza 93/94

Carga policia en el Fondo Sur.


Colaboración de Ra López.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Entre inútiles y provincianos

La gente civilizada cuando genera cualquier tipo de desperdicio inútil e inservible lo tira al cubo o contenedor de la basura. Es lo lógico, lo normal. Pues parece que por una vez reina la cordura en la RFEF y han depositado la final de esta edición de la Copa del Rey en su sitio natural, el Calderón.

El señor Villar, el eterno señor Villar, y sus acólitos, no sé si son conscientes del desgaste que supone para la imagen del fútbol español, la Federación y de España en sí, el despropósito y esperpéntico asunto de la sede de la final de la Copa del Rey 2012. Larra se lo hubiese pasado pipa escribiendo sobre la RFEF, si le hubiese gustado el deporte. No es la primera vez que se da una situación similar. Pongo la mano en el fuego que no será la última. Sólo hay un culpable directo, la Federación Española de Fútbol. El Barza y el Bilbao miran por sus intereses, es lógico lo que planteaban en un principio.

No sólo ha existido polémica con la sede, también con la fecha. Leer cualquier noticia o declaración al respecto me hacía dudar si estaba ante una tira cómica o era todo cierto. Alfredo Relaño escribió en su columna del 14 de febrero (más de un mes con esta pantomima) que apostaba por una sede fija para las finales todos los años. Esa sede debería de ser el Bernabéu. Nombraba otras ligas europeas donde sí se da esta circunstancia: Wembley, Sant Denis, Olímpico de Roma, Berlín. La diferencia es que los estadios mencionados son de propiedad pública o de entidades privadas encargadas de su explotación, pero no ligados directamente con ningún club, ni siquiera de los que juegan allí habitualmente como locales. Entonces ¿por qué el Bernabéu, que es del Real Madrid y, por tanto, de sus socios?

La solución es más sencilla que todo esto. Simplemente dedicar una tarde en el mes de octubre, por ejemplo, para fijar un lugar. La fecha ya viene marcada por el calendario aprobado en verano y que debería adjudicar un hueco inamovible para la final de tan prestigioso torneo. Si el equipo de la sede llega a la final, mejor para el. Si se tiene que jugar en el Camp Nou y llega el Madrid, o viceversa, pues ajo y agua. Es lo que hay.

Insisto, es muchísimo más sencillo de lo que parece o de lo que nos quieren hacer parecer. En España hay grandes estadios de sobra para albergar una final así (Riazor, Mestalla, Camp Nou, San Mamés, La Cartuja, el Sánchez Pizjuán, Calderón, nuestro Glorioso Colisevm…). Más quisieran en muchos países.

Me cuesta entender el afán de la RFEF de convertir la Copa en un estorbo cuando no hay necesidad. Me encanta este torneo, pero siento que no lo protege lo necesario. No podemos exigir a los clubes que se lo tomen en serio cuando quien lo organiza es quien más trabas pone.

Luego están las declaraciones de Urrutia y el Alcalde de Bilbao. Aquí, desde la capital, tampoco tenemos mucho que decir, estamos encima de esos piques de provincianos. De Arrigorriaga para abajo no todo es Vitoria, así que sigan con sus chorradas con los patateros y a los madrileños que nos dejen tranquilos. Su dinero tampoco es que lo necesitemos por estos lares pese a no tener ciertas ventajas fiscales, declaradas ilegales, por cierto. Lo que me gustaría saber es qué opinan los seguidores del Bilbao residentes en Madrid antes de conocerse ayer que la Cuadra acogería la final. Lo que no voy a hacer es decir nada de la actitud del FCB, con Freixa y Guardiola a la cabeza. No. No puedo hacerlo. El ‘seny’ me lo impide.

Conclusión: que hasta para disfrutar de un gran evento como es llegar a una final y disputarla, cada parte implicada saca sus miserias. Que disfruten en el Calderón. La basura, al basurero.

Nadie tiene más

Ayer ganó Valverde en la París-Niza, se jugó la Champions, se fijó la sede de la final de Copa,… Pero la portada del Marca es una encuesta realizada en su web. Periodismo en estado puro.

En este caso lo que me llama la atención no es la incompetencia de un diario. Es normal. Sino lo que publica. Dudo que las encuestas del Marca tengan una fiabilidad muy allá, pero no creo que esté desencaminado en lo que presenta. Es un once tipo de los 110 años de Historia del Real Madrid votados por los asiduos a su portal. En la alineación aparecen unos jugadores increíbles. De ninguno se puede reprochar nada. Pero se echa en falta a alguien. Uno en concreto.

En el madridismo tenemos varios mitos que se han ido forjando a lo largo de la vida del Club. Todos ellos bien merecidos y reconocidos, creo yo. Sin embargo siempre se extraña a uno. El más grande. El que más Copas de Europa tiene de la historia de la competición. El más rápido. Español. Hablo de Paco Gento.

De vez en cuando aparece por ahí, en alguna noticia suelta o en la televisión. Siempre en un segundo o tercer plano. No muchos madridistas hablan de él y los más jóvenes ni le conocen. A lo mejor de oídas, pero no se han detenido mucho más en su figura buscando vídeos o leyendo sobre el cántabro.

19 años defendiendo con honor nuestro Escudo. Más de 40 partidos con los colores nacionales. El único español (Kubala nació en Hungría) que aparece en la lista de los 50 mejores jugadores del siglo XX según la IFFHS. Por eso, desde aquí, quiero rendir un simbólico homenaje a Don Francisco Gento.

¡GRANDE!

martes, 6 de marzo de 2012

Arriba con ese balón...

Si os digo que relacionéis Real Madrid con tres palabras, la mayoría probablemente responderíais: Bernabéu, Europa, Juanito. Si os digo un número: el 7.

Informe Robinson: "El Siete Maravilla".

lunes, 5 de marzo de 2012