miércoles, 14 de marzo de 2012

Cardiff City FC-RMCF. Recopa 1970/71

Cardiff es la capital de Gales, perteneciente al Reino Unido, que tiene poco más de 400.000 habitantes. Es el centro neurálgico del país y goza de un gran atractivo turístico, fuente de ingresos fundamental de la ciudad. Sus gentes se entretienen, como buenos británicos que son, con dos deportes en especial: el rugby y el football.

Hay diversos clubes locales que disputan la competición nacional galesa. Pero el principal club de la ciudad es el Cardiff City FC, conocidos como de The Bluebirds. El club nació con el nombre de Riverside FC, en 1899 y en la actualidad juega en lo que sería la segunda división de la liga inglesa, The Championchip.

Un palmarés modesto hace que se retenga en la memoria de sus seguidores efemérides que a los que somos de grandes clubes se nos pueden escapar. Por eso, el 10 de marzo del 2011, en Cardiff se celebró el 40 aniversario de su enfrentamiento contra el Real Madrid en la Recopa de Europa. La aparición de este torneo en el año 1960 permitió al Cardiff jugar a nivel continental a través de la Welsh Cup. Para el Real Madrid era la primera temporada que no disputaba la Copa de Europa. Pero en su historial ya constaban los 6 entorchados conquistados y era una hoja de servicios muy atractiva para la capital galesa, que se preparó para el encuentro como si de un evento de gran magnitud se tratase. La BBC repitió en los días previos al partido la famosa final de Hampden Park, donde el Real Madrid conquistó la quinta Copa de Europa ganando 7-3 al Eintracht de Frankfurt. Dicen los más viejos del lugar que es el mejor partido de fútbol que recuerdan y en las islas británicas dejó huella. En la final de Glasgow del 2002 también dieron el partido de 1960 un día antes del choque.

Primera jugada de ataque. Amancio envía el balón por encima del larguero ante la mirada de Don Murray y Leighton Phillips.

Clark tuvo en sus botas el segundo gol.


Eran los Cuartos de Final de la Recopa de 1971, 10 de marzo, y el Madrid llegó a esta fase tras eliminar al Hibernians escocés (0-0 y 0-5) y al Wacker Insbruck de Austria (0-1 en el Bernabéu y 2-0 en el terreno de los austriacos). Entonces no se permitían la contratación de extranjeros y el Real Madrid presentó un once exclusivamente español: Borja; Zunzunegui, Benito, Grande, Sanchis (sustituido por De Filipe); Grosso (sustituido por Fleitas), Zoco, Perez, Pirri; Amancio, Velazquez. Vistió de rojo, siendo una de las excepcionales ocasiones en las que se ha vestido así en nuestra historia hasta que esta temporada nos lo han querido introducir como algo habitual. La diferencia es que por aquel entonces se jugó así porque los pantalones del Cardiff eran blancos, como la primera equipación madridista, y la camiseta azul, como la segunda indumentaria. El rojo era habitual en el portero y por aquel entonces se repartieron 11 camisetas más de ese color para evitar la confusión. No es así hoy en día, donde lo único que se pretende es marketing. Ahora bien, no sé quien tiene más delito, quien lo hace o quien lo compra.

El partido se disputó en el antiguo Ninian Park ante 47.500 espectadores. Era el antiguo estadio del Cardiff, de corte típicamente británico donde se respira fútbol por los cuatro costados. Hoy en día juegan en el Cardiff Stadium adaptándose a la nueva ola de estadios modernos, más fríos y distantes desde mi humilde punto de vista.

El Cardiff saltó al campo con el siguiente once: Eadie; Carver, Murray, Phillips, Bell; King, Sutton, Gibson, Rees; Woodruff, Clark. Los galeses dieron la campanada derrotando a nuestro equipo por 1-0, gol de Brian Clark. La locura se desató en las gradas y el vestuario local, donde se brindó con champán una vez concluido el encuentro. La fiesta era merecida para un club modesto. Pero quedaba la vuelta en la capital de España.

Los madridistas salieron al Santiago Bernabéu sin ánimo de sufrir más sorpresas. La temporada del equipo no estaba siendo buena, pero se presuponía una superioridad respecto a los británicos que se reflejó con un 2-0 en el marcador que clasificaba al Real Madrid a semifinales. El PSV fue el último escollo antes de la final, empatando a 0 en Holanda para rematar 2-1 en casa. La final se jugó ante el Chelsea donde se llegó a la conclusión del partido con empate a 1. Esto obligó a jugar un encuentro de desempate terminando 1-2 para los ingleses.

Lo interesante de esta historia con la que me he topado, además del valor nostálgico del fútbol de entonces, es ver el respeto y admiración que despertaba y despierta el Real Madrid en Europa. Sin duda más grande fuera de nuestras fronteras que en nuestro país.

A partir del minuto 2:04 hay un resumen a color de dos minutos del partido.


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