lunes, 29 de abril de 2013

Real Madrid - B. Dortmund 1998

1998 pasó a la historia madridista por ser el año que se levantó la Séptima Copa de Europa. Por el camino hacia tan ansiado título también sucedieron cosas que quedaron registrados en los anales de nuestro Club, como la famosa semifinal contra el Borussia Dortmund (vigente campeón por aquel entonces) donde se cayó la portería del Fondo Sur. El ambiente era de los de antes, de los que dudo mucho que se vuelvan a repetir en el Bernabéu. Cuando los fondos eran de pie y la gente iba a animar al equipo y a ser parte importante en la victoria.
 
Mañana vuelve el Borussia D. Vuelve en unas semifinales. Para conquistar la Décima también hay que dejar huella en el camino. Hay que remontar un 4-1 adverso. De estar en Wembley el 25 de mayo, sin duda, será escribiendo otra gloriosa página en la historia del Real Madrid Club de Fútbol. Otra remontada imposible para cualquiera, no para el Madrid ¿No quieres ser partícipe? Para motivar sirvan estas fotos de aquel glorioso día del 98, donde además del hecho excepcional de la portería, Morientes estuvo donde tenía que estar y Karembeu volvió a dejar la uña en el balón que se estrelló contra la red.
 
Fotos realizadas por PK.
Colaboración enviada por QMS.
Gracias a ambos.
 










Football


viernes, 26 de abril de 2013

La Tercera Copa de Europa 1966-67

Plantilla que conquistó la 3ª Copa de Europa.
El Madrid seguía dominando en España tras conseguir el título liguero y la Copa en el años 66, pero en Europa no hubo tercera coronación consecutiva. Así, se llega a la temporada 1966-67, con el traslado a la Ciudad Deportiva y la vuelta de Pedro Ferrándiz al banquillo, tras haber cedido su sitio durante una temporada al técnico francés Robert Busnel.
En la Asamblea general de clubes se había tomado una nueva medida, solo podían competir en Liga jugadores españoles. Esta norma no afectaba a la máxima competición europea, por lo que hubo que reestructurar el equipo, pero se seguía contando con extranjeros en la plantilla pensando en las noches continentales. Con Luyk no había problema, ya que se había nacionalizado el año anterior. Burgess causó baja y para sustituirle se contrató a Miles Aiken, que militaba en el Águilas y se tuvo que marchar debido a la nueva normativa. También se incorporó McIntyre, ala-pivot que junto a Aiken formaría un gran dúo para la reconquista de Europa. Completando el plantel llegaría del Sevilla Ramón Guardiola y del filial se incorporaron Cristóbal Rodríguez y Vicente Paniagua.
Cristóbal Rodríguez y Lolo Sainz dando la vuelta de honor.
En el camino hacia la tercera Copa de Europa hubo que eliminar al Lokomotiv de Bulgaria y al Vorwarts Leipzig, de Alemania oriental. Este año se jugó el sistema de final a cuatro, por desgracia. La fase final se disputó en Madrid y los tres equipos que acompañaron al nuestro fueron el Simmenthal de Milán, Olympia Ljubjana y el Slavia de Praga. Para llegar hasta aquí fueron fundamentales Aiken y McIntyre, que contrarrestaron el bajo rendimiento de Clifford Luyk debido a una operación.
Aiken anotando ante el Lokomotiv búlgaro.
En semifinales nos enfrentamos al Olympia yugoslavo. El marcador fue ajustado pero finalmente se decantó del lado madridista, 88-86. En la otra semifinal el Simmenthal de Milán se sacudió de encima al conjunto checoslovaco. La revancha estaba servida, ya que fue el propio conjunto italiano quien había eliminado en la liguilla de cuartos de final al RMCF en la edición anterior. Los hombres destacados de la final fueron Emiliano, como máximo anotador; Aiken, efectivo en ataque y apretando en defensa; Luyk, que estuvo muy apagado durante todo el partido hasta los minutos finales, donde sus ganchos, siempre tan elegantes, decantarían el marcador; y McIntyre, borrando del partido a Vianello con una gran defensa.  El resultado final fue de 91 a 83 viéndose en toda España a través del televisor.
 
El Real Madrid Club de Fútbol cosechaba un nuevo éxito ante los ojos de Europa. Tres copas lucirían en las vitrinas a la que este año acompañaría una nueva Copa del Generalísimo, haciéndose así con la tercera Copa de España en propiedad. No se pudo redondear la faena en la competición regular, donde se cedió el testigo al Juventud de Badalona.



miércoles, 24 de abril de 2013

La Segunda Copa de Europa 1964-65

El Real Madrid era el vigente campeón de Europa y el baloncesto llegaba al gran público debido a que se televisó la consecución del primer entorchado madridista más allá de los Pirineos con una gran acogida. Para la temporada 1964-65 se consiguió que se televisasen todos los partidos de la Copa de Europa y alguno de Liga. El dinero que generó la televisión fue a parar a un fondo común del que se beneficiaron todos los clubes.
 
En el Club blanco Ferrándiz sustituiría al malogrado Joaquín Hernández compaginando esta función con la de seleccionador nacional. Hanson causó baja en la plantilla y para cubrir su hueco se contrató a Scott. El Real Madrid se mostró intratable en la competición doméstica perdiendo un solo partido, contra el Picadero, y haciendo doblete tras ganar también la Copa. La guinda al pastel la pondría la segunda Copa de Europa consecutiva, equipos soviéticos mediantes.
Para tal fin primero hubo que eliminar al representante finlandés en la competición y al campeón francés. En semifinales esperaban los yugoslavos del OKK de Belgrado, con Radivoj Korać a la cabeza. Esta eliminatoria se recuerda como una de las páginas más gloriosas de la historia de la sección, disputándose la ida en Madrid. El partido en Belgrado se alargó más de lo debido por problemas con el marcador electrónico. El conjunto blanco llevaba de la ida una renta de 26 puntos, lo que no impidió que se sufriese lo indecible en territorio yugoslavo. Finalmente el RMCF alcanzó la final con el propio Korać rindiéndose a los encantos del equipo español.
En la final esperaba el TSKA de Moscú y la suerte parecía echada. Ningún equipo occidental había logrado vencer a los soviéticos. La ausencia de los equipos de la URSS en la anterior edición había restado cierto valor a la consecución del título logrado por el Madrid de cara a la galería, así que se presentaba la ocasión de demostrar que no fue circunstancial, como así fue.
En Moscú el equipo sucumbió por siete puntos, 88-81. La vuelta se disputó en el Frontón Vistalegre con la presencia en el palco de los Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía. Contra todo pronóstico, el conjunto madrileño doblegó a los rusos con un inapelable 76-62, remontando la eliminatoria final y, ahora sí, demostrando quien mandaba en el viejo continente. La segunda Copa de Europa añadía lustre a la primera obtenida. Emiliano, una vez más, se mostró clave en el partido decisivo aportando 24 puntos que le convertían en el máximo anotador del encuentro. El capitán Carlos Sevillano, por segunda vez, levantaba el título de más deseado.
Burgess y Korneiev luchando bajo el aro, mientras Clifford Luyk
y Borodin ruedan por los suelos.
 

lunes, 22 de abril de 2013

Fútbol, la vida en domingo

No es un libro de psicología. Tampoco lo es de filosofía. Ni de sociología. Pero todos estos aspectos se dan cita entorno al fútbol en esta obra de Pablo Nacach. El autor es un argentino afincado en Madrid, lo que se plasma en el lenguaje empleado en el libro el cual va tornando más a sus raíces según avanza la obra.
 
Da una visión personal del fútbol, regado con influencias de sus autores más influyentes, o favoritos, eso debería aclararlo el propio Nacach, dónde también se recoge sus vivencias dentro de un vestuario lleno de sueños de grandeza alrededor de la pelota de cuero, ya que militó en las categorías inferiores del Club Atlético Platense. No esconde su ideal de juego, desde mi punto de vista empalagoso y típico de los ideólogos futbolísticos argentinos.
 
Con una redacción inteligente a la par que ligera, es una lectura recomendable para los que amamos este deporte y todo lo que conlleva.

viernes, 19 de abril de 2013

La Primera Copa de Europa 1963-64

El Real Madrid jugará el próximo 10 de marzo las semifinales de la Final Four contra el vencedor de la eliminatoria entre el PAO y el Barcelona. Londres será la capital del baloncesto europeo durante ese fin de semana donde cuatro equipos lucharán por el máximo galardón continental. En caso de que el RMCF se alce con el título, sería la novena Copa de Europa que luciría en sus vitrinas, por lo que es ya un largo historial de títulos de la máxima competición de clubes FIBA el que luce el Club más laureado del mundo.
 

Todo empezó en la temporada 1963-64. Joaquín Hernández dirigía a los jugadores desde el banquillo y Pedro Ferrándiz estaba al frente de la dirección técnica. Llegaba la séptima edición de la Copa de Europa y si bien el Real Madrid reinaba de forma incontestable en España, los equipos soviéticos lo hacían en el viejo continente. Los Juegos Olímpicos de Tokio estaban a la vuelta de la esquina y la Federación soviética tenía como prioridad la selección, por lo que denegaron la participación de sus equipos para no dispersar energías.

En las dos ediciones anteriores el Real Madrid había sido subcampeón, y con los equipos de la URSS fuera de combate, la ocasión parecía propicia para alzarse con el primer entorchado europeo. Para tal propósito se fichó a Hill Hanson, que se unió a la sólida pareja Luyk-Burgess. Para completar la plantilla se cerró la contratación de Ignacio San Martín y Moncho Monsalve.
Real Madrid-Legia en las rondas previas a la final. Emiliano entra a canasta.

El Madrid se plantó en la final tras eliminar en semifinales a los italianos del Simmenthal de Milán. Antes había hecho lo propio con equipos irlandeses, alemanes y polacos. Para el último obstáculo esperaban los checoslovacos del Spartak Brno. Por aquel entonces la final se disputaba a doble partido, siendo la ida en Checoslovaquia con resultado adverso para los nuestros: 110-99. Diferencia de 11 puntos y partido de vuelta en casa. Nada se daba por perdido.

Carlos Sevillano recoge el trofeo de manos del secretario de la FIBA.

El Frontón Fiesta Alegre presentaba un aspecto como la ocasión requería y los españoles pudieron disfrutar desde sus hogares del encuentro a través de la televisión, que lo retransmitió en directo. Joaquín Hernández tejió una defensa infranqueable para los checos y Emiliano Rodríguez se erigió como la estrella del partido. 84-64, 20 puntos de diferencia que superaban los 11 de la ida y marcaban el inicio de la leyenda madridista también en el baloncesto. Raimundo Saporta, con una incuestionable gestión de la sección había logrado sentar las bases del que sería el equipo a batir en los años venideros.  William Jones, secretario de la FIBA, entregaría la copa a Carlos Sevillano ante el jolgorio generalizado de la plantilla y el graderío.
 
La temporada terminó con el Real Madrid cuarto en el campeonato de España y campeón también en la Liga. La nota negativa la puso el fallecimiento de Joaquín Hernández por una enfermedad al concluir el curso baloncestístico. Fue el entrenador que nos hizo campeones de Europa por primera vez.

La plantilla de la Primera Copa de Europa.
 

lunes, 8 de abril de 2013

El 7 del Madrid

Artículo publicado en la revista Líbero, número 3-Invierno del 2013.
Texto Manuel Jabois/Ilustración Jorge Arévalo
 
Hace unas semanas, en un partido jugado en un campo maravilloso, el del Levante, con charcos, barro y botes fallidos (un partido como los de nuestra infancia, donde sólo se echó de menos que las porterías no fuesen dos montonazos de ropa), a Cristiano Ronaldo le rompieron el ojo de un codazo terrible, cuya culpa fue rápidamente achacada al propio Cristiano y a Mourinho por el odio que generan “sus actitudes”. Cristiano perdió visión, y con un solo ojo ganó el partido de la misma manera que empató el partido del Nou Camp sin un brazo y podría ganar, de proponérselo, la Copa de Europa sin una pierna.
 
En el descanso los médicos consideraron que Ronaldo seguía perdiendo visión, y en lugar de sacarlo ciego al campo para demostrar que el 7 del Madrid está más allá de los sentidos y su juego es puramente animal, basado en instintos de sangre, como un Edipo que se hubiese arrancado los ojos con la espada que utilizaría después Mou para suicidarse, el entrenador decidió dejarlo en la caseta partiéndose los tobillos contra los bancos para llegar a las duchas. Fue una oportunidad perdida para los servicios médicos del Madrid: de haber cogido el ojo sano y cosérselo en la frente, cerrando las dos cuencas antiguas (de una civilización para Cristiano ya añeja, cubierta de polvo), habría alcanzado el delantero del Madrid el esplendor estético que su juego demanda.
 
Un Cristiano Ronaldo abriéndose por el campo con un solo ojo en el frontispicio definiría mejor que cualquier parrafada del juego marciano del portugués, que ha echado cuerpo tallado en acero y de aquellas filigranas espectaculares y cintureras en el Manchester, subido a bicicletas inacabables y quiebros y requiebros que harían partirle la cintura a una gitana, ha venido algo invisible, un juego de tal impacto que ya no satura al rival atándole las piernas, sino culminándolo por infarto.
 
Si antes se subía a la bicicleta, ahora se sube al balón y al espacio. Expande su cuerpo por el campo hasta cubrirlo de izquierda a derecha, y cuando salta como un tigre de bengala a por la portería rival parece que hay cien mil hijos de San Luis acompañándole con el pecho inflado. Cristiano está y dispara, Cristiano acuchilla en una banda y en la otra, se queda flotando en el centro para devolver paredes o despresurizar la vida, que es más difícil que una defensa, y esprinta hasta desde una zona que se hace invisible a todos, pues no entra en fuera de juego ni cuando enfila el túnel.
 
Cristiano es la ‘razzia’ de la Yihad mourinhista, el salvoconducto de una gloria afeitada y limpia como un guijarro; más que triunfos deportivos y derrocamientos impensables, lo que deja CR son valores que encarnan el señorío: competitividad extrema, odios africanos en el enemigo y derroche millonario en el campo. Hace unos días se presentó por sorpresa en una fiesta pijísima de ‘Vogue’ en la que era obligatorio presentarse con traje y él lo hizo saltándose el photocall y apareciendo en vaqueros con una hebilla tremebunda casi tan grande como Messi. En otras ocasiones hemos sabido de su comportamiento protodivo y chulesco en aconteceres sociales a los que va con un cargamento de diamantes colgado en la oreja, como si en lugar de un tímpano tuviese ahí dentro una mina de Bokassa.
 
Bien por él, tan necesitados estamos de ídolos como los de antaño, cuando la épica y el desperezamiento de egos imposibles. En estos tiempos de humildad Cristiano recuerda que Troya se hizo con héroes de uno y otro lado; ni Paris, ni Áyax, ni Ulises eran chicos “como tú y como yo”, que siempre saludan al salir del súper, sino seres que se comunicaban con dioses y se movían a su antojo. Cristiano Ronaldo, el de los pies alados, no parará hasta terminar su carrera paseando con un carro de los tobillos a su particular Héctor alrededor del Nou Camp ante el espanto de las masas amuralladas. Sobre su tendón maltrecho edificará el Madrid la Décima y con el polvillo de alguno de sus pendientes mirará Platini para otro lado cuando decida coger el balón, metérsolo bajo la camiseta e ir hacia el campo contrario como SébastienChabal, que ya es, verdaderamente, lo único que le falta para ser feliz.