sábado, 30 de julio de 2011

Un ADN, un estilo, una forma de vida, un...

"Lo peor de todo no es que el Barza te gane, sino que te explique por qué." Con esta frase empieza el artículo que os traigo a continuación, escrito por Manuel Jabois para: http://www.jotdown.es/2011/07/manuel-jabois-querido-barca/

Lo peor de todo no es que el Barça te gane, sino que te explique por qué. De la marcha militar de triangulaciones sobre el campo el Barça se ha ido desplazando a la instrucción, como esos generales que dan un golpe de Estado y luego, mosqueados, contemplan la reacción abigarrada del pueblo sometido y encargan una Constitución. Al fútbol del Barça se le agotaron los adjetivos, lo han llenado de genuflexiones y crónicas de El País, se le ha paseado bajo palio por medio mundo entre reverencias angustiosas, y ahora los jugadores han salido en peregrinación por Europa a evangelizar a los bárbaros. “Hay equipos que juegan bien pero no saben por qué, donde todo ocurre por casualidad”, acaba de decir Xavi. Más importante que tener la Copa de Europa es tener el why, algo de lo que adolecen los equipos que normalmente juegan bien presos de un azar que depende de la alineación de los planetas. El Barça sin embargo le ha puesto adobo ideológico a su fútbol: lo ha llenado de valores, de señas de identidad, de una base teórica formidable sobre la que sostener una revolución con la que laminar focos de resistencia. A veces, tras tener al utillero dos horas persiguiendo la pelota, Xavi ha llegado a pedir que se graben los rondos.

El súbito empeño del Barça en enseñar los entresijos del fútbol al 98% que no sabe responde también al hastío de la victoria. Hay mucho de elBulli en eso: hacer la obra y luego, en un profundo gesto de solidaridad, difundir el secreto. La Masía no es más que una gran cocina de Cala Montjoi en la que todos son canteranos, reina el buen rollo y se redescubre cada día la coliflor. En ese laboratorio grande y limpio del que salen filtraciones a la prensa, como la de un jugador anónimo que dijo a El País que Keita es el más querido en el vestuario, se deconstruye el fútbol para volverlo a recomponer de otra manera, y así en un bucle infinito que tiene a los clientes hipnotizados mascando soma. Abajo, en la meseta, entre sofritos y un profundo olor a ajo, con la parroquia pidiendo limón para los calamares, Cristiano Ronaldo se retuerce delante del televisor llamando “enano” a Messi.

Bajo esa antigua concepción del mundo hay que intrerpretar los silencios jesuitas de Guardiola y el discurso templado de Xavi, que ha asumido la portavocía de la dictadura pacífica y solidaria, mezcla sutilísima de valores tan anchos, de palabras tan grandes y ambiciones tan discretas, que cualquier día se levanta el Mahatma para ir a ese vestuario a tomar lecciones. Hace poco en esta revista Ramón Besa dijo, un poco desolado, que Mourinho por donde pasaba sólo dejaba copas, un trauma del que en Milán aún están tratando de recuperarse. El Barça exporta estilo y leyenda casi en cada tuit, y bueno sería que este tour mundial de entrevistas no se limitase al verano y se extendiese también al invierno para ir convirtiendo el club en una especie de Fundación elBulli a la que puedan venir estudiosos de todo el mundo siguiendo la estrella de Oriente. El Barça debería reunirse solamente para ir de gira en plan globbetrotters y salir en el descanso de la final de la Champions a hacer minipartidos a dos toques, como cuando Michael Jordan baja de la grada en vaqueros a encestar un rato. Los títulos al fin y al cabo son sólo una consecuencia, quizá la más pesarosa, de un modelo educativo, de una madraza en la que se perfecciona un fútbol cuyo ideal no es la victoria, sino la construcción, a caballo entre Unicef y Qatar, de un mundo feliz.