lunes, 22 de marzo de 2010

¡Ay, Guardiola! ¡Ay, Guardiola!...

Hay personas que son grandes en sí mismas, como diría Juanma Lillo. Puede que no le falte razón. Es más, la tiene ya que eso mismo puedo afirmar de distinta gente que tengo el placer de conocer. Tal vez ese hombre que se esconde detrás de trajes hechos a medida que luce con una sospechosa delgadez por los banquillos del mundo del fútbol a nivel personal lo sea. Lo desconozco ya que nunca me lo han presentado, ni lo he tenido más cerca de lo que permite la separación entre un terreno de juego y una grada. Tampoco es que sea un objetivo en mi vida. Ni mucho menos.

Lo que sí puedo hacer son distintas valoraciones desde el mirador del aficionado. Pongo muy en duda que Pep Guardiola sea ese tipo de persona que nos venden en los medios y que él mismo trata de intentar forjar. Un hombre educado, modesto, respetuoso,… hasta culto afirma alguno. Su nivel intelectual no lo puedo valorar, ni es mi intención, pero no creo que esos que lo dicen puedan basarse en las ruedas de prensa que se dan en entrenamientos y partidos. Dudo que estas sean nada parecido a ponencias universitarias ni que Guardiola, el grande en sí mismo, muestre un lenguaje que nos indique que es un letrado. No da a entender lo contrario, pero si es grande en sí mismo, pues lo será en todo. Es un modelo a seguir y punto. Y si dices lo contrario eres un fanático y un envidioso. Yo debo de estar en este último grupo. ¿Fanático? Sí, miren, me pierde el madridismo. Tampoco es que me esmere en ocultarlo, más bien lo contrario, lo que no me impide ver la realidad tal como es… subjetivamente, claro está, como todo ser humano, pero no me duelen prendas en decir lo que creo justo, venga del lado que venga. ¿Envidioso? De esto afirmo que poquito, poquito.

A lo que voy, que estoy espesito y me voy por los cerros. Que no me creo nada del papel que interpreta el hombre que vive en un “país” que “tiene un idioma propio”, como dijo en Ucrania mientras los periodistas locales andaban locos observando como el interprete de español contratado se les quedaba inútil. La modestia que vende no se la cree ni él. La chulería que desborda es latente en cada intervención. Y para chulos los madrileños. Ya ha aireado en alguna ocasión un cierto nerviosismo cuando las cosas no han ido del todo como esperaba, y eso que no puede quejarse ya que le viento siempre sopló a favor desde que ocupa el banco azulgrana. Tengo ganas de que llegue la mala racha de resultados del Barsa (porque llegará, igual que le llega a todo el mundo, ya que el deporte es así) a ver si nos sigue deleitando con sus estupendos modales. De momento en alguna ocasión ya ha dejado entrever cierta obsesión con la capital, será que se cree el discurso de la “caverna” de su presi.

Lo malo de dar a un niño todo lo que pide es que se vuelve caprichoso y consentido. Cuando un día le niegas algo se tira al suelo y te monta una pataleta delante de todo el mundo. Normal. Es lo que le ha sucedido al grande en sí mismo. Tanto rajar y rajar sin consecuencias. Tanto que recibe y recibe una y otra vez (me refiero al arbitraje y no a sus gustos sexuales, malpensados) y pasa lo que pasa, que le expulsan en Almería y va llorando en todas direcciones sin entender lo que sucede. Y como la mejor defensa es un buen ataque pues nos cuenta la historieta del Villarato pero en dirección opuesta. La prensa, su prensa, hace eco de estas palabras transmitiéndolas en todas las direcciones. A lo mejor aquí sí gana el Barsa al Madrid, ya que el supuesto panfleto que usa FlorentiMo Pérez para venderse como dios pacificador de los madridistas, está más interesado en colgarse medallitas por “Golpes de Estado” del pasado que en contrarrestar estos ataques. Ni esto hacen bien. Lo ideal sería que se dedicasen a informar, unos y otros digo, en vez de a difamar y hacer de plataforma electoral de este club o de aquel, pero no nos chupamos el dedo y sabemos como funciona, por desgracia, este mundo.

Antes me tiro toda la noche despierto esperando a que aparezca Papa Noel por mi ventana, que creerme el teatrillo barato y sobreactuado con Guardiola como actor principal.

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