miércoles, 25 de abril de 2012

Con la ilusión de un niño

El lector estará cansado, y avanzo que se cansará mucho más, de leer en el blog esto sobre el fútbol moderno, aquello sobre Florentino Pérez, lo de más allá de la RFEF-FIFA-UEFA y lo otro de los periodistas. Reflexionando con sosiego, la retahíla de críticas puede radicar también en el paso de los años. Según vamos dejando atrás el día en que venimos al mundo, perdemos inocencia. Lo que veíamos mágico, como la Navidad, se convierte rutinario, mundano, algunas cosas incluso asquerosas. Nos damos cuenta de las mentiras que nos clavan día a día los que mueven el cotarro. El espíritu crítico se afina poco a poco y nos vuelve inmunes a pequeños detalles, gestos o circunstancias que podrían convertir nuestra existencia levemente más agradable.

Sin embargo, hay días en los que suena el despertador y te levantas de un salto, chocando con lo habitual, que es arañar segundos al tiempo y ganas de estampar contra la pared el reloj. Cuando enciendes el grifo de la ducha te sientes ya despierto, vivo. Dentro de tu cabeza suena una musiquilla, puta musiquilla que acompañará todo el día y esta tarde hará temblar los cimientos del Bernabéu. Entonces te das cuenta que no todo está perdido, todavía hay dentro de ti esa ilusión de un niño que un día nos acompañó a menudo y hoy, por desgracia como algo más excepcional, se vuelve a presentar para compartir juntos un día especial.

Las obligaciones ya no permiten esas escapadas del colegio que se hacían con 13-14 años en días como este, para recorrer la ciudad buscando a gente de las aficiones rivales, que teñían la ciudad con sus colores y colaboraban a ese ambiente distinto. De noches europeas. Realmente sólo servía para aumentar la ansiedad y que el día fuese más largo hasta la hora del partido. Aquellos días traen imágenes a mi cabeza de Hooligans borrachos tirados en la Plaza Mayor, cubregradas de la Gate 7 cubriendo la fachada entera del hotel donde se hospedaban, alemanes abarrotando cervecerías,… Algo poco usual por estos lares y que contribuía a ese fútbol distinto. El reservado para unos pocos. La Copa de Europa. Tal vez, de lo que no eran conscientes aquellos visitantes mientras se acercaba la hora del partido, es que el Bernabéu, por aquellas, era lo más parecido al infierno que existía para los equipos rivales. De eso, por desgracia, hace mucho ya. Incluso pensándolo parece que queda más lejano de lo que los años marcan. Todos sabemos cómo están las cosas en el presente. La realidad, sin embargo, indica que hoy jugamos un partido que llevamos mucho tiempo anhelando.

El duro deambular por el desierto deportivo tiene su cara positiva cuando se vuelven a disputar las competiciones hasta las últimas consecuencias. Es obvio que no se vivía igual un partido cuando llevábamos años sin gana Copa de Europa que cuando teníamos 3 en 6 años. Tras un proceso desagradable, hemos vuelto. Deseo que para quedarnos. Y tal vez las sensaciones, ganas e ilusión sean más parecidas a las de la primavera del 98 que a otras citas de esto últimos tiempos, sin duda grandes, pero de un calibre y sabor distinto. Espoleados por lo ocurrido el sábado, las palabras de los jugadores en medios de comunicación y redes sociales, por un rival detestable y porque hay que remontar, nuestro sino, esta noche espero una excepción en Chamartín. La ilusión de un niño que siento hoy me hace creer que mi día acabará acostándome finalista de la Copa de Europa y con la garganta rota. Como antaño. Como lo que conocí cuando era niño.

No he querido hacer una arenga citando la historia de nuestras gloriosas tardes europeas. La historia se escribe día a día y hoy, por la noche, no es momento de sentarse a leer lo que un día fue. Si no de coger bolígrafo y papel para entre todos escribir un nuevo capítulo que engrandezca y ennoblezca la leyenda. Que en un futuro, ante envites similares a los de hoy, se tenga que recordar este encuentro como el que nos condujo al éxtasis. ¡A LA DÉCIMA!

Hoy, la historia, sirve para retomar antiguas ilusiones. La ilusión de un niño. Mostremos a los que en la actualidad tienen 13-14 años lo que es una noche europea, para que dentro de unas décadas puedan sentir lo que sentimos hoy los que llevamos más años bregando. Que en nuestros jugadores cuando salten al campo a las 20:40h. se pueda deducir esa ilusión de un niño ¡para que jueguen como hombres!

¡HALA MADRID!

1 comentario:

CRESPO77 dijo...

Amen camarada, Amen!!!