miércoles, 7 de marzo de 2012

Entre inútiles y provincianos

La gente civilizada cuando genera cualquier tipo de desperdicio inútil e inservible lo tira al cubo o contenedor de la basura. Es lo lógico, lo normal. Pues parece que por una vez reina la cordura en la RFEF y han depositado la final de esta edición de la Copa del Rey en su sitio natural, el Calderón.

El señor Villar, el eterno señor Villar, y sus acólitos, no sé si son conscientes del desgaste que supone para la imagen del fútbol español, la Federación y de España en sí, el despropósito y esperpéntico asunto de la sede de la final de la Copa del Rey 2012. Larra se lo hubiese pasado pipa escribiendo sobre la RFEF, si le hubiese gustado el deporte. No es la primera vez que se da una situación similar. Pongo la mano en el fuego que no será la última. Sólo hay un culpable directo, la Federación Española de Fútbol. El Barza y el Bilbao miran por sus intereses, es lógico lo que planteaban en un principio.

No sólo ha existido polémica con la sede, también con la fecha. Leer cualquier noticia o declaración al respecto me hacía dudar si estaba ante una tira cómica o era todo cierto. Alfredo Relaño escribió en su columna del 14 de febrero (más de un mes con esta pantomima) que apostaba por una sede fija para las finales todos los años. Esa sede debería de ser el Bernabéu. Nombraba otras ligas europeas donde sí se da esta circunstancia: Wembley, Sant Denis, Olímpico de Roma, Berlín. La diferencia es que los estadios mencionados son de propiedad pública o de entidades privadas encargadas de su explotación, pero no ligados directamente con ningún club, ni siquiera de los que juegan allí habitualmente como locales. Entonces ¿por qué el Bernabéu, que es del Real Madrid y, por tanto, de sus socios?

La solución es más sencilla que todo esto. Simplemente dedicar una tarde en el mes de octubre, por ejemplo, para fijar un lugar. La fecha ya viene marcada por el calendario aprobado en verano y que debería adjudicar un hueco inamovible para la final de tan prestigioso torneo. Si el equipo de la sede llega a la final, mejor para el. Si se tiene que jugar en el Camp Nou y llega el Madrid, o viceversa, pues ajo y agua. Es lo que hay.

Insisto, es muchísimo más sencillo de lo que parece o de lo que nos quieren hacer parecer. En España hay grandes estadios de sobra para albergar una final así (Riazor, Mestalla, Camp Nou, San Mamés, La Cartuja, el Sánchez Pizjuán, Calderón, nuestro Glorioso Colisevm…). Más quisieran en muchos países.

Me cuesta entender el afán de la RFEF de convertir la Copa en un estorbo cuando no hay necesidad. Me encanta este torneo, pero siento que no lo protege lo necesario. No podemos exigir a los clubes que se lo tomen en serio cuando quien lo organiza es quien más trabas pone.

Luego están las declaraciones de Urrutia y el Alcalde de Bilbao. Aquí, desde la capital, tampoco tenemos mucho que decir, estamos encima de esos piques de provincianos. De Arrigorriaga para abajo no todo es Vitoria, así que sigan con sus chorradas con los patateros y a los madrileños que nos dejen tranquilos. Su dinero tampoco es que lo necesitemos por estos lares pese a no tener ciertas ventajas fiscales, declaradas ilegales, por cierto. Lo que me gustaría saber es qué opinan los seguidores del Bilbao residentes en Madrid antes de conocerse ayer que la Cuadra acogería la final. Lo que no voy a hacer es decir nada de la actitud del FCB, con Freixa y Guardiola a la cabeza. No. No puedo hacerlo. El ‘seny’ me lo impide.

Conclusión: que hasta para disfrutar de un gran evento como es llegar a una final y disputarla, cada parte implicada saca sus miserias. Que disfruten en el Calderón. La basura, al basurero.

1 comentario:

pablodelije dijo...

Suscribo casi al 100% lo que dices y digo casi porque el "seny" a día de hoy no sirve para otra cosa que para recibir gratuítamente. Hay que contestar y contestar.
Siguiendo con el tema es cierto que parece como que hay algunos que intentan llevar un problema bastante simple hasta límites que sería mejor no cruzar. Parece que algunos quieren generar malestar a posta y llevarlo al límite no sé porque oscuros intereses.