Estamos en su tercera temporada con el Real
Madrid y ha reventado todos los registros. Su arte no se basaría en un cuadro
para exponerlo en la Fundación Joan Miró. Haría una escultura con sus ruinas y
la contemplaría señalándose el muslo. La obra se podría titular algo así como
“Redes rotas”, haciendo referencia a las que ha obligado cambiar en tan
diversos estadios donde ha hecho gala de su total ausencia de piedad.
Cuando se contrató a este portugués
tan peculiar, yo cerraba los ojos e imaginaba
haciendo en el Camp Nou aquel zambombazo con la camiseta del Manchester
que celebró en el mismo sitio, girándose lentamente sobre sí mismo, encoge los
hombros, pone las palmas de las manos hacia arriba y la mueca de su rostro dice
“¿de qué os sorprendéis? ¿Si queréis lo repito?”
A día de hoy su compromiso está lejos
de duda alguna. Es la guinda al equipazo de leyenda que se ha construido en
torno al entrenador ideal, Mourinho. Los errores puntuales en determinados
partidos del míster, no son un borrón en la espectacular trayectoria por la que
está guiando a un grupo de jugadores carente de caprichos, snobismos y egoísmos propios
del nivel en el que viven. Es difícil aglutinar tantas nacionalidades y egos.
Todo ha quedado suprimido por el bien del equipo. En el deporte actual no puedo
pedir ni exigir que se ame el Club, que se sienta la camiseta y que sean
madridistas. No soy tan ingenuo. Lo que sí puedo y debo exigir es que derrochen
hasta la última gota de sudor. Que defiendan los colores que les paga y les da
prestigio y que honren la camiseta en la derrota y en la victoria. A día de
hoy, todas mis exigencias están colmadas. No se puede pedir más a quien todo lo
entrega. Significativa fue la ovación tras el partido contra el Valencia. Un
reconocimiento más que merecido con un resultado adverso. Si luego viene que Pepe
se besa el Escudo en el Camp Nou tras caer eliminados, que tiene más mérito que
hacerlo celebrando un título, o si CR7 se lo señala tras meter el gol 107 de la
temporada al Sporting, bienvenido sea.
El pulso Ronaldo-Messi,
Messi-Ronaldo, podemos sostenerlo en la temporada actual. El cómputo general
del argentino y el portugués habla por sí solo. Messi: su octava temporada en
el Barza. 321 partidos jugados. 243 goles. Cristiano Ronaldo: en su tercer año
en España lleva 137 partidos. ¡139 goles! Ponerme a rajar, desgranar las cifras,
mencionar esta o aquella circunstancia es absurdo. En este caso las matemáticas
son irrefutables. Tal vez su punto negro sea que con el Barza se esconde... o
algo así. Marcó el gol del empate, con uno menos, en el último partido liguero
del año pasado, justo cuatro días antes de marcar el único y definitivo gol de
la final de Copa. Empató en la vuelta de la Supercopa. Batió a Pinto en la ida
y la vuelta de la eliminatoria de este año. Pero no es suficiente. Solo espero
que el sábado se “esconda” igual que en los últimos Clásicos.
Lo que sí que podemos decir ya, es
que un portugués, Cristiano Ronaldo, está llevando con honor la camiseta más
laureada del mundo del deporte, con el número especial que se ha convertido en
un símbolo más de nuestro Madrid. Deseo que hasta que el último momento que el
contrato le ligue con nuestro Club, siga luciendo el 7 como se merece. Lo
contrario sería sacrilegio. Mientras tanto, disfrutad de Ronaldo y de este
equipo. Porque pasarán años para que se vuelvan a dar unas estadísticas como
las de esta temporada. Esperemos que se materialicen en forma de títulos.
1 comentario:
Efectivamente, mas de uno entre el MADRIDISMO COMBATIVO recibimos con cierto recelo a CR7, seguramente influenciados en parte por su imagen externa y tambien por el bombardeo mediático en su contra.
Ha demostrado orgullo, resultados, carácter ganador, ha marcado mas de 100 goles, quiere ganar con nuestra camiseta, es parte de nuestros símbolos y no se arruga.
Por todo ello, ¡acaba con ellos CR7!
ADELANTE REAL MADRID
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