Si bien hace unas días dejé el capítulo Gol de Gento del libro Fútbol a sol y sombra, Eduardo Galeano le dedicó otro breve apartado a Don Alfredo Di Stéfano.
Fue en 1957. España jugaba contra Bélgica. Miguel madrugó a la defensa belga, se infiltró por la derecha y lanzó un centro. Di Stéfano se arrojó en plancha y desde el aire remató, de taco, al gol. Alfredo Di Stéfano, el astro argentino que se había nacionalizado español, tenía la costumbre de meter goles así. Toda valla abierta era un crimen imperdonable, que exigía de inmediato castigo, y él ejecutaba la pena metiendo estocadas de duende bandido.
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