-Tengo un par de tarjetas para mí y para tu buen y fiel
maridito en Ibrox en la grada vieja.
-¿Qué?
-El fútbol. Glasgow Rangers F.C.
-¿Eh?
- Es una buena manera de pasar un día- dice Hugh
tímidamente.
- Pero tú eres hincha
del Dunfermline. ¡Siempre fuiste hincha del Durfermline!- Por alguna razón eso
me hace enfadar, no sé por qué. -Tú solías llevarme al estadio de East End...
cuando éramos...
No puedo terminar la frase.
-Ya, cariño, pero el Dunfermline... quiero decir, en realidad nunca fui tan
hincha suyo; era simplemente el equipo de casa. Pero todo eso ya ha cambiado,
ya no hay equipos locales. Hay que apoyar a Escocia en Europa, una verdadera
historia triunfal para Escocia. Además, tengo mucho respeto por David Murray y
en Ibrox saben cómo organizar una buena oferta de hospitalidad. Los Pars...
bueno, eso es otro mundo... además, en el fondo siempre he sido un poco
patriotero.
-Tú eras hincha del Dunfermline. Tú y yo. Recuerdo cuando
perdieron aquella final de Copa contra los Hibs en Hampden. Te destrozaron el
corazón. ¡Lloraste como un chiquillo!
Moll sonríe al oír esto y Hugh parece inquieto.
-Querida, realmente no creo que Bill y Moll quieran oírnos
discutir de fútbol... además, a ti nunca te ha iteresado de verdad el fútbol...
¿de qué va todo esto?
-Ah, no es nada...- concedo de mala gana.
Ya está. Se puede perdonar a un hombre que cambia de mujer,
pero a un hombre que cambia de colores..., eso demuestra falta de carácter. Es
un hombre que ha perdido toda perspectiva de lo que importa en la vida. Nunca
podría estar con alguien así.
Éxtasis, Irvine Welsh
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