Foto: ABC |
Aprovechando que además de todos los caminos, hoy también
las miradas, van a Roma, el blog va a recordar la visita que un Papa, Juan
Pablo II, realizó a España, concretamente en el Santiago Bernabéu.
Fue el 3 de noviembre de 1982 y el encuentro, como ya
señalaba, tuvo lugar en nuestro Estadio, cando dirigía la entidad Luis de
Carlos. Asientos, pasillos, zonas de pie, estaban abarrotadas por los fieles al
descendiente de San Pedro según la Iglesia. Quince mil jóvenes se quedaron sin
poder entrar al campo.
Desde primera hora de la mañana comenzó el movimiento por
los aledaños del Bernabéu. Los puestos decoraban las calles como era habitual
los días de partido, pero en esta ocasión no portaban ni bufandas, ni boinas ni
material alguno relacionado con el fútbol. El morado no era el que acompañaba
al blanco ese día, sino el amarillo del Vaticano. Era la jornada del encuentro
de los jóvenes españoles con Juan Pablo II.
Se abrieron las puertas y varias horas antes de lo previsto
el lugar de la reunión estaba a rebosar. También el verde por el que solían
trotar 22 futbolistas, servía de espacio para acoger a más devotos, aparte de
como escenario central del acto, decorado con la imagen de la Virgen de Nuestra
Señora del Encuentro. «Su Santidad Juan Pablo II se encuentra en el Bernabéu», es lo que
oyó por los altavoces, cuya repercusión fue un fervoroso estruendo producido
por las decenas de miles de entregados seguidores. Luis de Carlos sería quien
dio la bienvenida al pontífice en la tribuna de autoridades, para transmitir
después que para él ese encuentro «sería
inolvidable».
Foto: conferenciaepiscopal.es |
En su vehículo habitual, el Papa dio la vuelta al campo saludando
a los allí presentes para posteriormente dirigirse al estrado, donde recibe
ofrendas de diversos jóvenes. Comienza su discurso: «Es éste uno de los
encuentros que más esperaba de mi visita a España y que me permite tener
contacto directo con la juventud española en el marco del Santiago Bernabéu,
testigo de tantos acontecimientos deportivos. (...) Ni droga, ni el alcohol, ni
el sexo, ni un resignado pasivismo (sic)
acrítico -eso que vosotros llamáis "pasotismo"- son una respuesta frente al mal».
Más de 90 minutos duró el discurso, alargado por el saludo del
ministro de la Iglesia, a través de una ventana, a los millares de jóvenes que
se quedaron en la Castellana. Se dio paso a los fuegos artificiales que daban
fin a la jornada.
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