Hace una semana se cerró un año que fue excepcional para el
madridismo. Las sensaciones con las que concluyó no fueron buenas tras los
últimos resultados en fútbol y perder el Clásico de baloncesto. Pero solo eso.
Sensaciones. Si se para a pensar un poco, tampoco demasiado, uno no tarda en
darse cuenta en que vivimos un 2012 imponente. Campeones de Liga sobre el
césped con récord de puntos, de goles, victorias a domicilio, la Supercopa de
España; sobre el parqué volvimos ganar
la Copa del Rey con una final soberbia en Barcelona, rozamos el doblete con
unos P. Off apasionantes, campeones de la Supercopa, un 14-1 en el primer tramo
de la temporada y líderes al Top-16. Después de esto entran ganas de entrar en
las página del As y votar un suspenso en tan científica encuesta cacareada a
los cuatro vientos.
Cierto es que las sensaciones en el deporte son importantes.
Con el equipo de fútbol todo son suposiciones. Todos estamos sorprendidos que
el Madrid de los récords esté ahora tan lejos del liderato. Desconozco si
sucede algo más en el vestuario. Pero como de sensaciones hablamos, parece que
desde el Club han aprovechado estas vacaciones para dar otro aire de cara a la
galería, cambiando una política de comunicación que si bien opino que los
periodistas no se merecen, como seguidor me está gustando por la percepción de
unidad que se destila en las declaraciones de unos y otros.
El 2012 también fue una año importante en cuanto a
madridismo personal se refiere para quien estas líneas redacta. Cumplí 25 años formando
parte de este Club, lo que supone una fila en la que no se distingue el final
de recuerdos y emociones ligados a el Real Madrid. Como el equipo, no pude
acabar a lo grande al no poder ir a recoger mi correspondiente pin por
impedimentos personales. No es que uno sea aficionado a este tipo de actos y
protocolos, pero este en concreto, por lo que significaba más que nada, sí que
me hacía especial ilusión. Además me perdí el poder ver en directo una de las
pocas actuaciones loables de Florentino Pérez, que fue el discurso que
pronunció, aunque a algunos les saltase la urticaria.
Esta tarde, en Chamartín, lo que todos esperamos ver es que
estas sensaciones parecidas a aquel "juntos podemos" se rubriquen
sobre el tapete. En este tramo final de temporada es cuando vamos a ver
realmente que equipo y entrenador tenemos. Su valía ya la han demostrado, por
descontado. Con mirar los números de la campaña pasada es suficiente. Ahora se
trata de demostrar su GRANDEZA. Sí, es ahora, en estos momentos, cuando se mide
lo grande que es un equipo, no cuando se ganan los títulos. Ganar la Liga es
casi una quimera (¡ojo! Digo casi, con el Real Madrid no hay nada seguro), ya
que cuando pinche el Barza estarán los árbitros, como ya se ha visto en el
comienzo liguero. Lo que sí exijo a mis jugadores es que se dejen todo desde
ahora hasta el último minuto de la jornada 38. Si así sucede, sin mirar la
clasificación, no dudaré en aplaudir y ensalzar a este escuadra. Porque serán
grandes.
Quedan tres hermosas competiciones por delante y no hay que
olvidarse de ninguna. Partido a partido. Que pueden ya lo han demostrado. Ahora
¿hasta dónde llega su ambición? Insisto, no hablamos de títulos. Es cuestión de
saber quién eres, lo que quieres ser y qué camiseta representas. Esto es
deporte, y como sucediese el año pasado contra el Bayern, caer con honor está
permitido. Pero solo la gente honorable puede ser grande, el resto son simples
hormigas obreras sin espíritu.
FELIZ AÑO A TODOS
TRADICIÓN 1902
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