Comienza una nueva temporada. Por estas fechas lo habitual era sentir una emoción especial después de un largo verano sin fútbol. Al comenzar la Liga había expectación e interés por ver como lucen las nuevas camisetas blancas, los jugadores que llegan para reforzar la plantilla, el casillero de la clasificación a 0 puntos, es decir, con las ilusiones intactas,... Pero no sé qué pasa. O sí lo sé. Un poquito de aquí, un poquito de allá. En fin. Las camisetas ya no son blancas; hoy naranja, ayer verde y rojo, ¿mañana? Los jugadores nuevos sí ilusionan, pero ¿qué pasa con los que no son nuevos? ¿Y con los que se han ido? ¿Con los que deberían de llegar y no llegan?
Es un cúmulo de circunstancias particularmente del RMCF y en general del fútbol. Los horarios inverosímiles intentado quitar la punta a la peonza para que gire más rápido. Noticias de partidos amañados. Saturación del calendario. Tebas. Villar. Precios desorbitados. Un elenco de nombres propios y conceptos que están pudriendo las ilusiones de muchos los que amamos este deporte, o el deporte, quitándonos poco a poco la ilusión. No voy a negar que en ocasiones se me ha pasado por la cabeza tirar la toalla. Pero se dan dos circunstancias que lo evitan: la pasión convertida en locura y el hecho de no querer rendirme para no darles la razón a esa gentuza, aunque se produzca la contradicción de que se llenen sus bolsillos a costa de vaciar el mío.
¿Y nuestro amado RMCF? Miro atrás y parece que han pasado décadas desde ese Real Madrid de los 100 puntos que celebraba cada gol como una piña. Formaban una falange infranqueable ante cualquier amenaza exterior. Los antimadridistas y la prensa embestían con toda su furia. Pero yo me sentía fuerte y poderoso. No necesitábamos a nadie más que a nosotros mismos. Un equipo y una afición avanzando juntos. Y de repente, de la noche a la mañana, todo se vino abajo como un castillo de naipes. El proyecto de Mourinho se arrancó de cuajo con su salida y la de todo su equipo de trabajo. Los jugadores hablan en beneficio propio sin pensar en el bien común, salvo honrosas excepciones. La prensa escribe lo que quiere y sigue haciéndolo pasándose la verdad por el forro de sus panfletos. Normal, la historia la escriben los vencedores. ¿Y el madridismo? El madridismo hoy en día se puede dividir en diferentes grupos: casillistas, anticasillistas, mourinhistas, yihadistas, protocasillistas, antimourinhistas, protoanticasillistas, tuiteromadridistas, antituiterosmadridistas, plácidodominguistas, josemercedistas, mecreotodoloquedicelaprensadidistas, mecreoloquemeinteresadelaprensadidistas, etcdistas, etcdistas.
A FLORENTINO LE ENCANTA QUE LOS PLANES LE SALGAN BIEN
Y el que mejor vive dentro de la tormenta es el que nunca se moja mientras todo su entorno se ahoga. Sin ningún pudor. Y más gloria y satisfacción cuando nadie se acuerda de él para pedir cuentas de porqué no tiró cuerdas para salvar a los suyos. Florentino todo lo mueve, todo lo puede. Más allá de una escueta rueda de prensa para desmentir una portada de un diario pseudodeportivo, el presidente no ha dado la cara por quien era el Manager general que él mismo contrató. No ha dado la cara por sus capitanes si todo lo que se dice de ellos es mentira, o no ha mirado por el bien del Real Madrid si son ciertas las actitudes y comentarios de estos, poniéndoles en su sitio (sea fuera o dentro del RMCF). Sigue consintiendo que la prensa se pasee con pantuflas, bata y un cola-cao recién hecho por las oficinas y espacios del Club. Permite y alienta que Adidas traicione y pisotee nuestras tradiciones. Y no hablemos ya de aquel patético 'tour' por todos los medios habidos y por haber con el que nos deleitó en junio, con un compadreo insultante para el madridismo después de todo el mal que han hecho esos mismos con los que compartía sonrisas cómplices y palmaditas en la espalda. Todo por la pacificación del Madrid ¿no? ¿O era por un lavado de imagen personal hecho a medida?
En una horas el equipo salta al césped del Bernabéu y me aventuro a adivinar el ambiente dividido y cargado que ya hubo el año pasado. Se aplaudirán a ciertos jugadores mientras unos pitan a los que aplauden. Se insultarán a jugadores mientras aquellos pitan a los que insultan. Se multará a quien ejerciendo su libertad de expresión muestre desacuerdo con los periodistas que se ganan la vida a base de insultar, mentir, difamar y vilipendiar. Pero habrá alguien en su asiento de piel que observará toda esta algarabía, quien sabe si incluso con cierto gozo, disfrutando de la impunidad que entre todos se le ha otorgado.
POR ENCIMA DE TODOS. POR ENCIMA DE TODO.
¡HALA MADRID!
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