El Real Madrid era el vigente campeón de Europa y el
baloncesto llegaba al gran público debido a que se televisó la consecución del
primer entorchado madridista más allá de los Pirineos con una gran acogida.
Para la temporada 1964-65 se consiguió que se televisasen todos los partidos de
la Copa de Europa y alguno de Liga. El dinero que generó la televisión fue a
parar a un fondo común del que se beneficiaron todos los clubes.
En el Club blanco Ferrándiz sustituiría al malogrado Joaquín
Hernández compaginando esta función con la de seleccionador nacional. Hanson
causó baja en la plantilla y para cubrir su hueco se contrató a Scott. El Real
Madrid se mostró intratable en la competición doméstica perdiendo un solo
partido, contra el Picadero, y haciendo doblete tras ganar también la Copa. La
guinda al pastel la pondría la segunda Copa de Europa consecutiva, equipos
soviéticos mediantes.
Para tal fin primero hubo que eliminar al representante
finlandés en la competición y al campeón francés. En semifinales esperaban los yugoslavos
del OKK de Belgrado, con Radivoj Korać
a la cabeza. Esta eliminatoria se recuerda como una de las páginas más
gloriosas de la historia de la sección, disputándose la ida en Madrid. El
partido en Belgrado se alargó más de lo debido por problemas con el marcador
electrónico. El conjunto blanco llevaba de la ida una renta de 26 puntos, lo
que no impidió que se sufriese lo indecible en territorio yugoslavo. Finalmente
el RMCF alcanzó la final con el propio Korać rindiéndose a los encantos del
equipo español.
En la final esperaba
el TSKA de Moscú y la suerte parecía echada. Ningún equipo occidental había
logrado vencer a los soviéticos. La ausencia de los equipos de la URSS en la
anterior edición había restado cierto valor a la consecución del título logrado
por el Madrid de cara a la galería, así que se presentaba la ocasión de
demostrar que no fue circunstancial, como así fue.
En Moscú el equipo
sucumbió por siete puntos, 88-81. La vuelta se disputó en el Frontón Vistalegre
con la presencia en el palco de los Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña
Sofía. Contra todo pronóstico, el conjunto madrileño doblegó a los rusos con un
inapelable 76-62, remontando la eliminatoria final y, ahora sí, demostrando
quien mandaba en el viejo continente. La segunda Copa de Europa añadía lustre a
la primera obtenida. Emiliano, una vez más, se mostró clave en el partido
decisivo aportando 24 puntos que le convertían en el máximo anotador del
encuentro. El capitán Carlos Sevillano, por segunda vez, levantaba el título de
más deseado.
Burgess y Korneiev luchando bajo el aro, mientras Clifford Luyk y Borodin ruedan por los suelos. |
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