El sábado vimos un partido malo. Aburrido. Como espectáculo digo. El Atleti salió muy
bien plantado y con una distribución
que, la verdad, hacía pensar que era el mejor Atleti en venir al Bernabéu desde
los 90. Líneas muy juntas, ordenadas y ahogando la salida del balón con presión
y un acoso continuo a Xabi Alonso. Poco duró. Golpe encima de la mesa de
Cristiano (¡menudo partidazo!) y fin de la historia. Tanto Real Madrid como
Atlético parecieron darse cuenta de lo que sucedía. Es un Derbi: Todo al Blanco.
Los nuestros se hicieron con el control del partido y como
si de dar cuartel se tratara, no quisieron avasallar, o esa fue la sensación.
La misma que la de los indios. Impotentes. Renegados. Asfixiados. Lo único que
hicieron fue ponerse en evidencia. Sacar a relucir sus miserias. Es habitual.
Las agresiones pertrechadas sobre todo en el último cuarto de hora, no son una
excepción en los Derbys. A falta de testosterona, buena es una pataleta
infantil. De niño malcriado. De esos que los padres le dicen que todo lo hace
estupendamente y cuando sale al mundo real, se da cuenta de que solo sabe que
no sabe nada.
Estas son las sensaciones que me dejó el duelo de la
capital. Fútbol aburrido y superioridad abrumadora. Como si se dejasen llevar.
Si el guión ya está escrito, para qué intentar cambiarlo. Los Derbys pasan y
tengo (o tenía, ya no lo sé) la teoría de que cada victoria nuestra nos
acercaba a una derrota. Por pura estadística, suerte o dejadez. Lo que sea.
Pero pasan los años y este argumento se desmonta por sí solo.
Pasó la semana de Derby ¿Pasó? ¡No! El domingo que viene, en
el Palacio de los Deportes y con el Real Madrid como visitante, nos medimos a
un equipo que bien debería de estar en LEB por méritos propios, aunque sigue en
ACB por favores ajenos. Esa organización tan desastrosa del baloncesto actual
que le lleva en caída libre, y esas gestiones económicas del deporte en general
que anteponen beneficios a éxitos deportivos. Evidentemente no veo nada bueno
en todo esto, pero siendo prácticos no solo los del Ramiro están contentos.
Tenemos Derbi, lo que nos hará disfrutar de turbantes, gritos antimadridistas
y... ¿otra victoria más? Estos al menos, no hace tanto que nos mojaron la
oreja, aunque ni con esas se supieron mantener.
TRADICIÓN 1902
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